El pasado 11 de julio, se aprobó por la Comisión Permanente del Consejo General de Colegios de Economistas de España, la creación de un nuevo órgano especializado, el Registro de Auditores de Sistemas de Información (RASI), cuyo objetivo primordial es apoyar a los economistas en los servicios y funciones que éstos desarrollen en el ámbito de la auditoría, control y organización de Sistemas de Información. El COEV en breve realizará una presentación en su sede del citado órgano especializado.El economista en la sociedad de la información El Consejo General de Economistas crea el Registro de Auditores de Sistemas de Información
La
información, en la actualidad, representa el activo de mayor valor
para muchas empresas. Es imprescindible que éstas gestionen y administren
la información -y las tecnologías que les sirven de soporte-
de manera óptima para hacer frente a la competencia, permanecer
en el mercado o, en su caso, ser más competitivas; capaces, no sólo
de sobrevivir, sino de triunfar en la sociedad global de la información.
Esto es válido, también, para los organismos públicos,
para que suministren los servicios que reclaman los ciudadanos, con celeridad
y calidad óptima y con los costes adecuados.
Si
se repasa la historia más reciente, se comprobará que hasta
el siglo XIX la agricultura, por ejemplo, constituyó la fuente básica
de subsistencia del ser humano. Esa misma fuente sigue siendo, hoy, la
base de la alimentación para los habitantes de muchos países
no desarrollados o en vías de desarrollo.
A
medida que fueron apareciendo, durante ese siglo, nuevas máquinas
y nuevas técnicas, se fueron mejorando y extendiendo las tierras
que los agricultores podían cultivar. Se podía producir más,
en menos horas de trabajo. Las máquinas posibilitaron que los trabajadores
aumentaran la productividad. Los agricultores producían más
alimentos de los que necesitaban para su consumo propio, ofreciéndoles
la oportunidad de vender o intercambiar los excedentes. Esto condujo
a la expansión del sector no agrícola y a la evolución
de la sociedad a un estado superior.
La
era industrial es, obviamente, la consecuencia de la revolución
industrial (desde mediados del siglo XIX hasta el último cuarto
del siglo XX). Según avanzaba el siglo XIX las máquinas fueron
convirtiéndose en la herramienta principal para la mayoría
de los trabajadores. Con la simplificación de los procedimientos
de trabajo mediante la mecanización y la automatización,
aplicando los principios de la división del trabajo propuestos por
Adam Smith, el número de personas que trabajaban en empresas manufactureras
e industriales se incrementó, incrementándose, así
mismo, su productividad. A mediados del siglo XX la mayoría de los
trabajadores, en las sociedades avanzadas, habían pasado de la agricultura
a la industria. Las máquinas, en la era industrial, eran las herramientas
principales que el hombre utilizaba para producir bienes y servicios.
Aunque
la agricultura y la industria siguen siendo sectores muy importantes, en
la actual era de la información la mayoría de los trabajadores
están relacionados con diversos aspectos de la información:
creación, distribución -la información viaja sin restricciones
de velocidad, de tiempo y de espacio- y sus aplicaciones. Se puede
considerar que los países que han accedido a la era de la información,
se distinguen porque los trabajadores de la información superan
a los dedicados a la agricultura y a la industria. En esta era, las herramientas
principales que los trabajadores utilizan están constituidas básicamente
por tecnologías de la información. Esta nueva sociedad se
caracteriza:
• Por
depender, cada vez más, de la información y de los sistemas
que la suministran.
• Por
ser cada día más vulnerable debido a los nuevos riesgos y
amenazas que acechan a las tecnologías de la información.
• Porque
las tecnologías de la información proporcionan el medio para
reconsiderar, rediseñar; es decir, reingenieriar máquinas,…
procesos empresariales convencionales, creando nuevas oportunidades, nuevas
formas de organización y reduciendo costes. No hay que olvidar que
hoy las tecnologías de la información están
incrustadas en muchos productos y servicios.
• Porque
el éxito empresarial viene determinado por la optimización
del uso de las tecnologías de la información por parte de
las organizaciones.
La
era de la información es la consecuencia de la Revolución
de las Tecnologías de la Información. Las sociedades de la
información dependen de los conocimientos disponibles y del uso
que se haga de los ordenadores y demás tecnologías relacionadas
con la información. Igualmente importantes son las capacidades que
las personas tengan para comunicarse (transmitir información) e
interconectarse mediante estas tecnologías.
Muchos
directivos de empresas piensan que los problemas de sus empresas desaparecerán
si tienen un ordenador en sus oficinas, algún que otro programa
de gestión, manejen cualquier procesador de textos, o transmitan
datos electrónicamente. En realidad, esperan un milagro. La solución
de los problemas no es tan fácil.
En
la era de la información, para solucionar problemas se requiere
algo más que saber utilizar ordenadores. Se requiere conocer los
principios de las tecnologías de la información y las oportunidades
que éstas pueden proporcionar, así como sus limitaciones
y sus vulnerabilidades.
Nadie
sabe la solución exacta; pues se trata de un camino por el que se
avanza aprendiendo a aplicar, de manera óptima, las tecnologías
de la información en la gestión empresarial. Lo que sí
está claro, y se puede afirmar con rotundidad, es que en esta sociedad
de la información, los principios de división del trabajo,
que hasta ahora han supuesto importantes incrementos en la productividad,
ya no son ni serán válidos nunca más. La era de la
información se caracteriza no sólo por las sorprendentes
nuevas herramientas, sino por la transformación que están
sufriendo las herramientas y los procesos de trabajo tradicionales, al
convertirse en otros mucho más eficaces y productivos.
Considérese
la transformación que sufrieron los procesos de trabajo en la agricultura
durante la era industrial mediante la mecanización: los tractores
que tiraban de los arados, cultivadoras, segadoras y cosechadoras, sustituyeron
a los animales de carga y de tiro (caballos, bueyes, …) Muchas herramientas,
en la era de la agricultura, se motorizaron y se convirtieron en máquinas
autopropulsadas. El resultado de toda esta mecanización supuso un
muy considerable aumento en la productividad: se podía producir
mucho más durante las mismas horas de trabajo. Aún hoy, las
tecnologías de la información generan nuevos conocimientos
sobre la agricultura, que ayudan a comprender cuándo, cómo,
dónde y qué se debe cultivar, permitiendo hacer un seguimiento
de todo el proceso agrícola. Con las tecnologías de la información,
la productividad de los agricultores y de la tierra se han visto incrementadas.
Con
el ejemplo de la agricultura se pretende ilustrar que las tecnologías
de la información transforman el trabajo, al combinarse nuevas
herramientas y nuevos procesos de trabajo con herramientas y actividades
convencionales, incrementándose la productividad y la eficacia.
Las
primeras aplicaciones de las tecnologías de la información
en las empresas consistieron en automatizar tareas rutinarias que se hacían
a mano (nóminas, contabilidad y facturación). La forma de
administrar y organizar las empresas no se modificó. La velocidad
de realizar las transacciones aumentó. En menos tiempo se hacía
más. Las tareas se hacían con más rapidez. Pero si
las actividades que realizaba una empresa estaban confusas, debido a que
la empresa estuviera desorganizada o por carecer de procedimientos adecuados,
la automación aceleró la velocidad de confusión.
Las
tecnologías de la información, utilizadas apropiadamente,
producen algo más que incrementos en la velocidad de las actividades
rutinarias. Permiten que las empresas reconsideren los procedimientos convencionales
de realizar sus actividades. Proporcionan oportunidades para rediseñar
y reorganizar ‘reingeniería’ una empresa, un sector o todo un país.
La reingeniería de empresas consiste en revisar los fundamentos
y modificar de raíz los procesos empresariales, teniendo en cuenta
las tecnologías de la información en general y el ordenador
e Internet en particular, para alcanzar resultados espectaculares; resultados
no cuantitativos, sino cualitativos.
Se
puede afirmar que las tecnologías de la información son a
la era de la información lo que las máquinas fueron a la
era industrial.
En
la era de la agricultura era difícil tener buenas cosechas si no
se entendían bien las capacidades y las limitaciones de los animales
de tiro, de la tierra, y de los aperos de labranza que se utilizaban. Así
mismo, en la era industrial, había que saber cómo utilizar
y mantener las máquinas convenientemente. En la era de la información,
las empresas que consiguen más éxitos son aquellas que saben
sacarle el mayor partido a las tecnologías de la información.
Eso supone algo más que saber picar datos en el teclado de un ordenador
o imprimir balances en una impresora láser. Para tener éxito
se requiere conocer aquello que las tecnologías de la información
pueden hacer para mejorar el rendimiento individual y empresarial, y cómo
se pueden mejorar los productos y los servicios empresariales para añadir
valor a los clientes.
En
la era de la información, las tecnologías de la información
también forman parte de los productos y servicios; están
incrustadas, están integradas con los productos y servicios
como si se tratara de otro componente, de otra pieza.
También
las nuevas tecnologías traen nuevos riesgos a las empresas. Accidentes,
ataques intencionados, pueden eliminar una empresa en cuestión de
instantes. Eliminar hoy una empresa es sinónimo de eliminar el sistema
por el cual circula su información: su sistema de información.
Unas inundaciones, un virus informático, o cualquier accidente de
poca importancia puede acabar con el sistema de información, lo
que puede provocar perjuicios muy cuantiosos. Se hace necesario conocer,
no sólo las potencialidades de las nuevas tecnologías, sino
sus limitaciones, sus riesgos y las soluciones para que las empresas se
mantengan en funcionamiento en las mejores condiciones competitivas posibles.
El
RASI (Registro de Economistas Auditores de Sistemas de Información)
pretende -y prestará ayuda a los economistas- que el economista
se sensibilice y conozca las posibilidades que ofrece la informática
y los sistemas de información en la administración, gestión,
organización y control de las empresas. Para ello, el economista,
necesita adaptar y actualizar sus conocimientos sobre ciertos modelos,
metodología y técnicas mediante las cuales se pueden analizar
(diseñar y construir, es más propio de informáticos)
los sistemas de información de las empresas y así poder hacer
recomendaciones que sirvan para mejorar el rendimiento de éstas,
en unos casos; en otros, recomendarles sus obligaciones para que cumplan
con la legislación vigente; por ejemplo: la protección de
datos. Para conseguir todos estos objetivos el RASI está estudiando,
entre otras actividades, la conveniencia de preparar cursos de reciclaje
y emitir un diploma acreditativo.
Al
hilo de la legislación vigente, es necesario recordar que ya es
bastante amplia la legislación existente en nuestro país
y que le afecta al economista como profesional en el asesoramiento, auditoría
y consultoría de empresas. A continuación se señalan
algunas normas:
• Ley
de protección de datos. Ley Orgánica 15/1999.
• Ley
de la sociedad de la información (comercio electrónico).
Ley 34/2002.
• Firma
electrónica. R.D. Ley 14/1999.
Los
organismos internacionales de máximo prestigio como IFAC, AICPA,
ISACA, CICA, etcétera, se han encargado de destacar y establecer
los conocimientos que deben formar parte del Economista para poder atender
cumplidamente sus obligaciones en este campo.
La
informática es un instrumento imprescindible para toda las empresas
y actividades, y muy particularmente para el economista; pues, al adquirir
éste los conocimientos adecuados sobre la nuevas tecnologías,
junto con sus conocimientos sobre el mundo de la empresa, van a dotarlo
de la destreza necesaria y adecuada para el desempeño profesional
de sus diversas funciones: asesor, auditor, consultor, gerente, administrador,
... convirtiéndolo, si no lo está ya, en el Economista de
la sociedad de la información.
Por
la importancia del tema para los economistas, el Colegio de Economistas
de Valencia tiene previsto realizar una presentación en su sede,
a la que asistirá un miembro del Comité Directivo del RASI,
en la cual se expondrá y explicará la situación y
oportunidades que brinda RASI a la vez que responderá a las
preguntas que lo colegiados deseen formular.
Eloy
Peña Ramos
Miembro
del Comité
directivo
del Registro
de
Auditores de
Sistemas
de Información