La calidad de
los trabajos, la habilitación de nuevos auditores y la responsabilidad
del auditor, entre los destacados por el presidente del REA.
El nuevo presidente del
Registro de Economistas Auditores (REA), Jesús Betrian, se pronuncia
en esta entrevista sobre temas tan actuales como las responsabilidades
de los auditores o las incompatibilidades entre éstos y los consultores,
y opina sobre otros tan delicados como la unificación de las tres
corporaciones o el recurso del Gobierno ante el Constitucional sobre la
Ley de Creación del Col.legi de Censors por la Generalitat catalana.
ECONOMISTES. Usted
es proclamado candidato a la presidencia del REA horas antes de ser designado
presidente del ICAC José Luis López Combarros, quien, a su
vez, era el candidato a presidir el REA. Es evidente que la imagen social
de los economistas y del REA ha salid muy favorecida; ¿piensa que
ha sido por casualidad?.
Jesús Betrian.
Lo fundamental en el nombramiento del Presidente del ICAC es que ha recaído
sobre una persona con acreditada experiencia en el sector privado. Creo
que este nombramiento no fue casualidad. En mi opinión se debe,
en primer lugar, a una decisión inteligente y muy meditada del Gobierno
de dar mayor peso y responsabilidad a los profesionales del sector privado
en el ICAC y, en segundo, a la calidad técnica y personal, del nuevo
Presidente.
Inicialmente, hubo alguna
reacción poco apropiada ante su nombramiento, quizás por
la perplejidad que causó la elección de un destacado economista
y miembro del REA. Sin embargo, parece que se ha comprendido que lo importante
es que un profesional procedente del sector privado y con gran experiencia
tuviera un peso decisivo en la contabilidad y la auditoría en España,
y no su pertenencia a tal o cual corporación.
El hecho de que José
Luís hubiera sido elegido como candidato a presidir el REA y que
él hubiera aceptado esa responsabilidad lo único que demuestra
es su voluntad de servicio y que quienes le conocemos coincidimos con el
Gobierno respecto a que merece toda la confianza. Desde luego es un honor
la elección de un miembro destacado del REA, pero esto no nos hará
olvidar que también lo es de las otras corporaciones y que trabajará
no para defender intereses corporativos sino los generales.
EC. ¿Cuáles
son los objetivos que se ha marcado como presidente del REA?.
J.B. El
fundamental es mejorar la imagen de los auditores. Este objetivo requiere
acciones colectivas de mejora de los servicios a los miembros y de supervisión
de la calidad, e individuales de formación y de aseguramiento interna
de dicha calidad.
También, debemos
trasladar a la sociedad estos esfuerzos a través de los medios de
comunicación. Debemos hacerle llegar que los auditores somos una
pieza importante de la economía y que estamos comprometidos en prestarle
el mejor servicio.
Así mismo, trabajaremos
para resolver los problemas del sector. Hay que encontrar formulas para
trasladar a la sociedad y a los legisladores la necesidad de un marco legal
más justo que delimite y haga comprensible a los usuarios que es
lo que realmente se puede exigir a un auditor, y cuales son nuestras funciones
y responsabilidades reales.
EC. ¿En qué
estado se encuentra la Ley de creación del Col.legi de Censors de
la Generalitat de Catalunya y en qué medida este proceso condiciona
otros ensayos similares –caso de la Comunidad Valenciana- por transformar
el Instituto en Colegio?.
J.B. Es un tema delicado
que me preocupa porqué afecta a otra corporación y a las
relaciones del Gobierno Central con la Comunidad Autónoma de Catalunya.
Además, nos afecta porqué, muy a pesar nuestro, es la traba
real que, hasta ahora, impide la acción unitaria de los auditores
ante los problemas y los retos a los que nos enfrentamos.
Quiero manifestar mi respeto
por los miembros del Instituto de Censores de Cuentas de España,
entidad pionera de la auditoría en España. Por ello, lamento
profundamente no poder compartir su estrategia jurídica iniciada
en Catalunya y que, según todas las informaciones de que dispongo,
es contraria al ordenamiento constitucional, de la auditoría y de
los Colegios Profesionales.
En mi opinión, la
Ley configura la auditoría como actividad y no como profesión
por razones técnicas y jurídicas fundamentales. La
auditoría es una pieza esencial de la política económica
y del mercado, que, según la Constitución, es único
para toda España y, además, su ejercicio se lleva a cabo
bajo tutela del Estado.
El ejercicio de las profesiones
y la regulación de los Colegios Profesionales es competencia de
las Comunidades Autónomas, y ambos estamentos, necesariamente, deben
tener plenas competencias para regular dicho ejercicio. La creación
de colegios de auditores en cada comunidad autónoma supondría
la existencia de un marco de regulación de la auditoría distinto
para cada una de ellas.
Esta es la razón
por la que los legisladores excluyeron la auditoría del ámbito
de las profesiones y la calificaron de actividad, y por lo que los Tribunales
Constitucional y Supremo han reiterado hasta la saciedad que la auditoría
está fuera del ámbito de los Colegios Profesionales y que
el marco de la auditoría debe ser único para todo el Estado.
Por si ello fuera poco,
la auditoría no implica reserva de actividad para los poseedores
de un título académico específico. A este respecto,
tanto las normas europeas como españolas establecen que es una habilitación
a la que debe poder acceder cualquier persona que, reuniendo una mínima
formación académica – simplemente grado de acceso a la Universidad
– demuestre, mediante pruebas específicas, sus conocimientos teóricos
y acredite experiencia práctica. Tampoco olvidemos que la auditoría
al ser actividad puede ser ejercida directamente por sociedades, cuando
nunca una profesión puede serlo.
Todas estas razones, hasta
donde yo conozco, son las que han motivado que la Ley de creación
del Colegio de Catalunya esté recurrida por el Gobierno del Estado
ante el Constitucional, y me temo que algo habrá de razón,
cuando los afectados tanto insisten en querer aprovechar la modificación
de la Ley de Auditoría para pasarla de actividad a profesión.
Me alegra que el Constitucional
haya levantado, mientras resuelve el conflicto respecto a la Ley de creación
de su Colegio, la suspensión de los estatutos aprobados por los
Censores en Catalunya. Ello permite a nuestros colegas seguir trabajando
para sus miembros y para la sociedad y esperar hasta que el Tribunal se
pronuncie para ver si han de adoptar, o no, medidas para seguir prestando
sus valiosos servicios.
Desde luego, no me atreveré
a decir cual debe ser la actitud de la Comunidad Autónoma Valenciana,
estoy seguro que estudiaran muy seriamente la situación y sus antecedentes,
tendrán el máxima respeto por el ordenamiento jurídico
y por los pronunciamientos del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional
y decidirán según el más leal saber y entender de
sus máximos representantes.
EC. ¿Cuáles
son los grandes temas que preocupan a los auditores?. ¿Tienen solución?.
J.B. Permítame
hablar de retos y no de problemas, responde más a mi visión
optimista de la situación. Empiezo por el final: seguro que todos
los retos tendrán solución.
El primero es garantizar
la calidad de los trabajos. La sociedad lo espera de nosotros. Puedo anunciar
en primicia que, juntamente con las otras corporaciones y con el ICAC hemos
diseñado y de inmediato empezamos a aplicar un ambicioso plan de
control de calidad, ajustado, además, a las recomendaciones de la
Unión Europea.
El segundo es garantizar
el acceso a la habilitación de nuevos auditores de cuentas. También
hemos puesto las vías para resolver el bloqueo de los exámenes.
También anuncio en primicia que, en fechas muy próximas aparecerán
las Órdenes Ministeriales convocándolos. Aunque me resulte
tentador hacerlo, no adelanto fechas por respeto a los Colegios de Economistas
y a las personas que se han formado dentro de nuestra Corporación
a los que deseo se informe individualmente con carácter prioritario.
Espero, además, que haya quedado establecido un calendario regular
de exámenes de acceso para el futuro.
El tercero es la definición
del ámbito de las responsabilidades del auditor. Queremos tener
responsabilidad. Sin dudad alguna. Sin ella no existiría la auditoría
como la entendemos. Pero, la experiencia ha demostrado que la inconcreción
de las normas y la extensión actual de la responsabilidad da lugar
a situaciones injustas y absolutamente desproporcionadas. Un reto paralelo
es la modificación del régimen sancionador que debe sustituirse
por otro basado en criterios más objetivos y justos.
EC. ¿Cree usted
que se establecerán alguna vez incompatibilidades claramente delimitadas
entre consultores y auditores?.
J.B. La Ley establece
algunos casos de incompatibilidad bien determinados, algunos, incluso,
permítame que los califique de absurdos por exagerados. La auditoria
deben ejercerla profesionales técnicamente bien formados y absolutamente
independientes al opinar. Evidentemente existiría incompatibilidad
si una firma es simultáneamente auditora y se encarga de la contabilidad
o de la gestión o se halla vinculado por parentesco con los administradores
o socios ya que perdería la independencia.
Pero estas delimitaciones
no siempre son sencillas y según que servicios han generado dudas,
especialmente algunos de consultoría muy cercanos a la gestión
y, también, otros que pueden comportar gran proximidad con las decisiones
o informaciones confidenciales, como por ejemplo algunas de tipo jurídico
o fiscal. Sin duda, se pueden plantear dilemas éticos. Con la regulación
actual y según los principios generalmente aceptados, ninguna legislación
ha optado por una incompatibilidad absoluta de los auditores para
prestar cualquier otro servicio.
Lo que debemos es ser siempre
prudentes y, especialmente en los casos dudosos. Todo pasa por una actitud
y una conducta reflexiva y de plena responsabilidad de los auditores y,
sobre todo, por la aplicación de rigurosos controles periódicos,
internos de las firmas y externos de las corporaciones que garanticen que
realmente actuamos libres de condicionantes externos al opinar. En esta
línea se pronuncia la reciente resolución de la UE sobre
los controles de calidad del trabajo de los auditores, cuya aplicación
práctica ya venia haciendo el REA y que, como he dicho, vamos a
mejorar, sistematizar e incrementar en nuestros recientemente aprobados
planes de control de calidad.
EC. ¿Cómo
cree que se resolverá la coexistencia de las tres corporaciones
representativas de los auditores?. ¿Se unificarán?. ¿Es
deseable?...
J.B. Hasta ahora,
las corporaciones no hemos consensuado una solución. Antes he puesto
de manifiesto discrepancias técnicas sobre la naturaleza y funciones
de las corporaciones y que estas son una de las razones fundamentales que
impiden un diálogo fluido.
Uno de los objetivos de
mi mandato, que comparto con el Presidente del Consejo General de Colegios
de Economistas, es intentar mejorar estas relaciones, buscar soluciones
pactadas y trabajar para resolver los graves problemas que tenemos en común,
tanto en su diagnostico como en sus consecuencias con las demás
corporaciones. Si hemos de competir entre nosotras, que sea sólo
para lograr mayor calidad en los servicios que prestamos.
Si somos capaces de coordinar
y poner conjuntamente al servicio de la sociedad las experiencias, el prestigio,
la presencia internacional y la capacidad de reflexión e influencia
positiva de los censores jurados de cuentas, de los economistas i de los
titulados mercantiles, sin duda conseguiremos una Ley de auditoría
más justa, más moderna y, sobre todo, más útil
a la sociedad. Nuestra voluntad está en esa línea, para ello
pensamos trabajar, de manera discreta pero decidida.
La unificación, en
ningún caso es un objetivo en si misma, pero no afirmo que no pueda
producirse, porqué, sin ser imprescindible, creo sinceramente que
podría tener aspectos positivos. Lo que sí afirmo,
es que cualquier posibilidad de unión será consecuencia de
la previa cooperación y que, en lo que de mi dependa, no se producirá
mientras existan enfrentamientos, agresiones sistemáticas o invasiones
de competencias -distintas a las de auditoría que compartimos-
como las que hasta el momento hemos soportado, silenciosamente por cierto,
los economistas.