Número 209 - 2ª Quincena Julio de 2001.
J. Iranzo: "Lo más difícil será introducir ideas nuevas en cerebros viejos"
La puesta en marcha de
la unión monetaria supone para Europa asumir ciertos retos, que
exigen un cambio de mentalidad por parte de los países miembros
de la Unión. Así lo puso de manifiesto Juan Emilio Iranzo
Martín, director general del Instituto de Estudios Económicos,
durante la conferencia “La economía europea en la encrucijada”,
organizada por el Colegio de Economistas de Valencia, el día 21
de junio. Iranzo destacó a España como uno de los países
que mejor han entendido esta necesidad de cambio.
La inminente materialización del euro como moneda única o la ampliación de la Unión Europea son algunos de los retos más importantes a los que se enfrentará Europa en un futuro cercano. La conferencia “La economía europea en la encrucijada”, celebrada en el hotel Rey Don Jaime, sirvió de marco a Juan Emilio Iranzo para clarificar los puntos más destacados de la política económica europea actual, así como el mejor camino a seguir por los países miembros para alcanzar estos ambiciosos retos, teniendo en cuenta los profundos cambios que experimenta la economía mundial.
Tras un breve repaso a los orígenes de la Comunidad Europea y a los distintos retos que se plantearon durante los años 80, Iranzo destacó algunos de los rasgos más relevantes del modelo europeo actual, donde el sector público frente al privado tiene un gran peso, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos y Japón. La existencia de un mayor número de funcionarios, la apuesta por sectores subvencionados, el sistema de pensiones o la asignación de más recursos a mecanismos de protección social son algunas de las causas que justifican esta preeminencia. “Este aumento del gasto público se ha visto acompañado de una presión fiscal, que no siempre ha sido suficiente y ha generado un modelo de déficit público estructural”, apuntó el responsable del Instituto de Estudios Económicos.
Otra de las características destacadas del modelo europeo son unos mercados muy regulados y protegidos, donde la movilidad geográfica y funcional de mano de obra y la competencia en algunos mercados, como el de bienes y servicios o la agricultura, son escasas. Las altas subvenciones de la economía europea, con un 82% del presupuesto dedicado a la política agraria, fue otra de las características apuntadas. Además, Europa se enfrenta a una insuficiente inversión en I+D+I, por lo que, según Iranzo, se hace necesario un esfuerzo por acercarnos a los países más adelantados para poder incrementar la productividad.
Retos de futuro
Pero este modelo expuesto
se enfrenta a cuatro retos fundamentales y que avanzan con gran dinamismo.
Uno de los más destacados es la creciente globalización,
dada la mayor movilidad de capitales y mano y de obra que permiten las
telecomunicaciones. Para Iranzo este hecho puede llevar a una modificación
de los ciclos económicos, ya que el perfeccionamiento de los mercados
origina menos tensiones inflacionistas. Esta globalización obliga
a lograr estabilidad presupuestaria y a ganar en competitividad con políticas
más flexibles.
Por otra parte, si hasta
los años 80, la Unión Europea era tan sólo proyecto
comercial con grandes restricciones al movimiento de capitales y mano de
obra, en el que no se planteaba la existencia de una moneda única,
hoy el gran reto común es la unión monetaria. “Para construir
un verdadero mercado único necesitábamos un moneda única
para reducir el riesgo cambiario, los costes de transacción y establecer
un sistema de precios absolutos”, apuntó el ponente. El objetivo
es lograr una zona monetaria óptima que sea flexible y estable para
que sea eficiente.
El tercer reto para los europeos se deriva de los cambios experimentados en la población, dado su envejecimiento y los movimientos migratorios hacia los países de Europa. Respecto al primer factor, deberá replantearse el ciclo vital, ya que nos enfrentamos a una realidad de personas, que viven durante más tiempo y genera nuevas demandas y negocios. En lo que se refiere a la migración, Iranzo se mostró partidario de estos movimientos, pero haciéndolo de forma controlada y “ofreciendo la posibilidad de entrar con contrato de trabajo”.
En último lugar, la ampliación de la Unión Europea a 25 países es otro de los desafíos a los que nos enfrentamos. Normalmente, estas ampliaciones se habían producido entre países de niveles de desarrollo no muy distintos y con estructuras productivas bastantes parecidas. Sin embargo, en esta ocasión, hablamos de países con una estructura agraria que representa el 10% del PIB y cuyo nivel de renta se encuentra entre un 35 y 65% de la media europea. Por lo tanto, estos países se quedarían con todo el presupuesto europeo, ya que si el 82% del presupuesto europeo se destina a agricultura y fondos estructurales, ellos se lo llevarían en su práctica totalidad.
Líneas de actuación
Pero, ¿cómo adaptarse a estos retos? Ante esta cuestión, Juan Emilio Iranzo apuntó algunas medidas como la modernización del mercado de trabajo, ya que no hay capacidad para generar empleo; la liberalización de sus mercados de bienes y servicios, en algunos casos muy rígidos; así como un mayor esfuerzo en I+D+I y adecuar su formación a nuevos requerimientos. También apostó por un modelo de bajada de impuestos, sobre todo de los directos, que ya se ha comenzado a poner en marcha en países como Irlanda, Alemania y Portugal.
Otra de las actuaciones importantes
para el ponente será conferir mayor protagonismo al mercado que
al sector público. “Hay que vivir un proceso en que se dé
más importancia a la empresa privada y que lleve a privatizaciones”,
explicó. Asimismo, destacó la necesidad de reformar las principales
políticas europeas, es decir, la agraria y la regional, pero antes
de la ampliación, ya que ha quedado demostrado que éstas
generan bastantes problemas externos e internos, presupuestarios y de incentivos.
Sin embargo, esta medida encuentra la oposición de países
receptores como España, que recibe más del 60% del saldo
neto positivo de toda la Comunidad. “Pero si se amplía en las condiciones
actuales y perduran estas políticas, todos nos convertimos en financiadores
netos frente a los receptores netos, que serán los países
del Este”, matizó.
Ante estas perspectivas y desafíos, no todos los países han reaccionado igual y se percibe una falta de unanimidad en los criterios. “Muchos pensábamos que Europa se había dado cuenta de estos retos y que iba a realizar todos estos cambios”, señaló Iranzo. El ponente hizo referencia a la “euroesclerosis” que atraviesa Europa actualmente, ya que, mientras en el acuerdo de Lisboa se aceptaba la posibilidad de alcanzar el pleno empleo con la puesta en marcha de estas reformas, en la cumbre de Estocolmo el proceso se estancó por la oposición de Francia, con el apoyo de Alemania, a la liberalización del sector energético. En opinión de Iranzo, “en estos momentos, la parte fundamental de esa euroesclerosis se debe al muro franco-alemán, muro al cambio, frente a las tesis defendidas por el Reino Unido, Italia y España de impulsar la liberalización”.
En este sentido, destacó la posición de España, junto a Irlanda, Gran Bretaña, Italia y Portugal, como uno de los países mejor han entendido la necesidad de realizar cambios y que más se han flexibilizado. “Aunque, obviamente queda mucho camino por andar, esto funciona”, gracias a la menor presión fiscal, la existencia de mercados más flexibles, la búsqueda del equilibrio presupuestario y un mayor crecimiento. También será necesario realizar reformas estructurales, que permitirán incrementar la productividad, así como estar atentos a la inflación.
Como conclusión, Iranzo
resaltó que, mientras estos países han comprendido muy bien
que hay que cambiar, otros no lo han hecho. De ahí la importancia
de la presidencia española en el año 2002 para revitalizar
la agenda de Lisboa y proponer reformas agrarias y regionales. “Es un proceso
ambicioso y con muchas posibilidades que debe salir de esa euroesclerosis,
pero donde lo más difícil será introducir ideas nuevas
en cerebros viejos”.