Número 119 - 1ª Quincena Mayo 1997.


"Me da miedo que una vez aprobemos, nos durmamos"

Luis Ignacio Marchesi considera que lo que ha hecho España en un año no es capaz de hacerlo otro país europeo


Este madrileño, que recibió la Mención Honorífica del COEV en 1995, y que lleva desde 1967 vinculado a las empresas Suñer -en la actualidad es el consejero delegado de Lawson Mardon Suñer, S.A.-, valora más el que España se mantenga en la Unión Monetaria que el mero hecho de entrar en una primera fase, y echa de menos el que no se haya producido un gran debate sobre la bondad o no del euro para España. Receloso por la falta de constancia del español, se muestra, al mismo tiempo, convencido de que no existirán problemas con la adaptación, puesto que habrá un plazo largo para que funcione al cien por cien: "En ese tiempo, los españoles asimilamos cualquier cosa."


Luis Ignacio Marchesi ECONOMISTES. Para empezar nos gustaría conocer su pronóstico sobre si España estará entre los países de la denominada primera velocidad europea.

L.I. MARCHESI. Todo apunta a que sí. No obstante, yo no acabo de creerme que España esté donde está, probablemente porque no somos tan chauvinistas como los franceses. Es realmente admirable que, en tan sólo un año, se le haya dado la vuelta a la situación, porque si hace un año me hubieran hecho apostar me hubiera jugado todo lo que tengo a que no conseguiríamos entrar en la primera etapa. Lo que me preocupa un poco es pensar que, además de las cuestiones estrictamente económicas, entiendo que existe un cierto grado de politización preocupante porque los países de influencia del marco y el franco no ven con buenos ojos

Luis Ignacio Marchesi,
consejero delegado de
Lawson Mardon Suņer, S.A.
el acceso de los países del sur al principio. Si yo fuera aleman o francés, igual que al ser español, me cuesta creer que hayamos llegado, me costaría creer que luego vamos a mantenernos y entonces sería una especie de pobretón sentado en la misma mesa de los que se creen ricos.

EC. De su respuesta se deduce que ve un peligro del que poco se habla, como es el de mantenerse en el futuro si se logra ahora la integración.

L.I.M. Yo compararía la situación a la selectividad y la posterior realización de la carrera. Hay quién aprueba el examen de selectividad porque hace un esfuerzo al final o porque tiene un poco de suerte y luego cuando intenta hacer Ingeniero Industrial, al segundo año se lo tiene que dejar. En cambio, gente que ha tenido más dificultad en la selectividad, o la ha aprobado en septiembre, luego puede ir sacando adelante su carrera. En el año 3.000 nadie se acordará si entramos los primeros o no, lo importante es mantenerse y eso requiere un rigor económico que aquí, desgraciadamente, no hemos tenido históricamente, porque hemos sido un país excesivamente proteccionista, la entrada en el Mercado Común, supuso una revolución para todas las empresas, e insisto, hay que mantener esa revolución porque lo que sería muy triste es entrar y que luego te saquen. Es difícil pero no imposible, depende del gobierno que nos toque, del rigor, la seriedad y que se imponga el criterio del Estado por encima de lo que políticamente interese.

EC. El ciudadano parece temeroso ante estos anuncios de rigor que deberán ser sostenidos casi de por vida.

L.I.M. El rigor no tiene porqué afectar ni al ciudadano medio ni a la empresa media, simplemente es un rigor que aquí no hemos tenido hasta ahora, es decir, nunca nos hemos tenido que examinar sobre algo que además de pasar el primer examen, luego hay que ir manteniendo.

EC. Otra impresión es que no se ha desarrollado un gran debate sobre la bondad o no del euro para España.

L.I.M. Debería haberse discutido y no se ha hecho. Van a ver países que no se integren en esta primera fase y no porque no cumplan, sino porque no quieren. Hace unos días estuve en Inglaterra y seguí muy atento un discurso electoral de Mayor, donde aseguraba no estar nada convencido de que tuvieran que estar en la Europa unida, porque iban a perder independencia y llegó a decir que si ganaba las elecciones, sometería a referendum si quieren que los alemanes y los franceses sean los que den las órdenes por encima del parlamento británico, y concluía diciendo que en ese parlamento, sólo dan órdenes los británicos. Independientemente de las particularidades de los británicos, uno piensa si es que son muy tontos por quedarse fuera y nosotros muy listos, por querer estar dentro, lo cual quiere decir que quizás, ni sea tan bueno estar ni quedarse al margen. De todas formas, la economía inglesa presenta muchas particularidades que junto a su tradicional poderío, pueden aconsejarles no integrarse, ser más independientes. Sin embargo, España, probablemente no tuviera mucho que hacer fuera.

EC. En definitiva, es positivo para España su integración.

L.I.M. Sí, pero no por lo que dicen los periódicos, es decir, no recordar frases del franquismo en el sentido de entramos los primeros o este país no será lo que era, o hemos perdido el tren. Esto no es así, hay países que lo van a perder a propósito, y otros porque no han llegado todavía y creo que nadie se va a morir. Políticamente, a este gobierno o al que venga, le interesa vender eso.

EC. Ya que hablamos de sensaciones, parece adecuado desterrar la idea que algunos pudieran tener de que la integración supondrá la panacea.

L.I.M. Por supuesto. Sí será bueno el mantener una estrecha relación con los países más importantes del continente porque se aprende, al igual que ocurre con el tenis si comienzas a jugar con una persona que lo hace mejor que tu y del que vas aprendiendo. Los españoles no tenemos que sentirnos menos que ningún otro europeo, pero está claro que hay países que nos sacan muchos años en cuanto a rigor económico y liberalismo. Nosotros hemos sido un buen estudiante pero a saltos, hemos estudiado unos días antes del examen y como somos muy buenos, lo hemos aprobado, es decir, hemos sido capaces de hacer algo que cualquiera de estos países no hubiesen hecho. En definitiva, somos brillantes pero no constantes y, por tanto, me da miedo que una vez aprobado nos durmamos. A pesar de todo, no tengo ningún miedo a que en el futuro seamos capaces de hacerlo pero, eso sí, con altibajos no seremos como los alemanes que dicen aqui estamos y aquí seguimos.

EC. Desde su experiencia ¿qué beneficios concretos tendría nuestra integración en la moneda única?.

L.I.M. El estar dentro, nos va a permitir tener un factor tan positivo como es una mayor estabilidad. A las empresas no les interesa grandes oscilaciones en los costes de las materias primas o las nóminas. La ley de oferta y demanda hace muy difícil, a excepción de los monopolios, trasladar a los precios este tipo de incrementos, por lo que la estabilidad es un factor esencial para el buen desarrollo de la empresa.

EC. ¿Cree que será difícil la asimilación del nuevo sistema del euro en las empresas?.

L.I.M. En absoluto. Será algo similar a la transformación que se dio del franco viejo al nuevo, o si hace años, cuando había una inflación exagerada hubierámos decidido haber creadoi la peseta fuerte, es decir, al principio se provoca un poco de confusión pero sin importancia. De todas formas, hay que tener en cuenta que habrá un plazo largo entre el momento en que se apruebe el examen y el funcionamiento al cien por cien del nuevo sistema y en ese tiempo, los españoles asimilamos cualquier cosa y aunque nos resulte un poco incómodo, no habrá ningún problema.

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