El tamaño de la economía y el nivel de vida
La economía valenciana tenía en 1995 un tamaño
medido por el valor de su producción de bienes y servicios casi
seis veces (5’74 exactamente) superior al que poseía en 1955, resultado
de mantener una tasa media de crecimiento anual acumulativa del VABcf,
del 4’5% en términos reales, superior en casi medio punto a la media
española, a lo largo de ese amplio período temporal. Solamente
Murcia y los dos archipiélagos han experimentado en una perspectiva
de largo plazo una evolución más positiva.
Ello ha permitido que aumentara el peso relativo de la región
en el conjunto de la economía española, desde un 8’4% en
1955 al 10’04% de 1995. No obstante el diferencial de crecimiento más
acusado se produce entre 1964 y 1975, en que alcanza una media de 1’29
puntos favorable a la región y es más reducido o incluso
nulo posteriormente.
Si en vez de referirnos al tamaño global de la economía,
tomamos como referencia el bienestar de las personas que la componen, a
través de esa medida imperfecta pero significativa que es la renta
per cápita, entonces nos encontramos con que el poder adquisitivo
medio de los valencianos se ha multiplicado en pesetas constantes de 1990
por un factor de 3’13. Dicho de otra forma y tomando como referencia un
hipotético trabajador que hubiera iniciado su vida laboral en 1955,
su nivel de vida al jubilarse hubiera triplicado el inicial. Puede por
tanto decirse sin miedo a errar que tanto para España en su conjunto
como para la Comunidad Valenciana en concreto, éste ha sido el período
histórico con datos conocidos en que ha tenido lugar un mayor progreso
económico y social, apoyado en un importante proceso de formación
de capital -público y privado-, en una gran renovación del
aparato productivo y en una creciente apertura externa.
Se observa sin embargo que, el diferencial positivo con respecto
a la producción en términos globales que la economía
valenciana ha mantenido repecto a la española en su conjunto, desaparece
al hacer referencia a la producción por habitante. La razón
se encuentra naturalmente, en la distinta intensidad media de crecimiento
demográfico que ha mostrado esta región en relación
a la mayoría de las restantes. La tasa de crecimiento anual de la
población valenciana -1’25% entre 1955 y 1995-, ha superado ampliamente
la del conjunto de la población española -0’74-, lo que en
buena medida está relacionado con la importancia de la inmigración
recibida. Los saldos migratorios han sido positivos para la región
en todos los subperíodos considerados, pero fueron especialmente
importantes entre 1964 y 1975 en que alcanzaron la cifra de 340.330 inmigrantes
netos. Posteriormente, su importancia ha ido reduciéndose progresivamente,
al compás de la menor movilidad interregional del trabajo que ha
caracterizado las dos últimas décadas.
Es un hecho que la tasa de crecimiento de la economía valenciana -y al igual ocurre con la española-, experimenta una importante ralentización en el período posterior a la crisis energética e industrial de los años setenta, con respecto al período que la precede. Así, la tasa de crecimiento del VABcf del 6’08 del período 1955-75, se convierte en el 2’88 entre 1975 y 1995. Para entender por qué ocurre ésto, es necesario referirse al comportamiento de dos pilares fundamentales del crecimiento económico: la evolución del empleo y la evolución de la productividad del trabajo.
Empleo y productividad
El número de parados pasa de constituir una cifra marginal, 12.800 parados en media anual en los años finales de la década de los sesenta y en los primeros setenta, a dispararse al alza en la década siguiente y seguir subiendo con altibajos hasta los 378.000 desempleados de media de los años 1993-95, últimos de referencia del estudio. Ello significa por supuesto, un importante desaprovechamiento de la capacidad productiva de la sociedad valenciana y de sus posibilidades de mejora.
Más significativa resulta sin embargo la trayectoria del número total de ocupados. La población ocupada en 1995 sólo supera la de 1964 en 213.000 personas, es decir, exactamente en un 20% de la correspondiente a este último año. En cambio, el valor en pesetas constantes de la producción de bienes y servicios de la región se ha incrementado entre ambos años en un 266%. Es evidente, por tanto, que la clave del proceso de crecimiento se ha situado en la mejora de la productividad.
Antes de pasar a ello, es necesario sin embargo, no perder de vista que la tasa de crecimiento valenciana del empleo supera claramente a la española, ya que en síntesis, mientras la primera es del 0’59% anual -comparable incluso con ventaja con la registrada por otros países europeos de nuestro entorno-, en la segunda, una tasa del 0’05% anual, registra una situación de virtual estancamiento.
Las tasas de crecimiento registradas en las diferentes actividades productivas presentes en la economía valenciana, han supuesto un progresivo acercamiento entre sus respectivos niveles absolutos de productividad. De este modo, aunque los niveles más altos siguen registrándolos los servicios destinados al mercado y los más bajos la agricultura, las diferencias se han acortado notablemente, y es ésta última la actividad que como media ha registrado mayores avances en la productividad del trabajo entre 1977 y 1993.
Si comparamos los niveles de productividad españoles y valencianos en las últimas décadas, se observa que por lo general la agricultura y la construcción presentan una mayor productividad en la región que en el conjunto de España, mientras que en la industria y los servicios destinados a la venta ocurre justamente lo contrario.
Una diferencia importante en la estructura regional de la producción industrial en relación a la que prevalece para el conjunto de España, tiene que ver con su composición en términos de su diferente especialización en uno u otro tipo de sectores. Los llamados sectores de demanda débil absorben una proporción netamente más elevada del total del VAB industrial en la región que en España en su conjunto -la mitad frente a una tercera parte-, mientras que lo contrario ocurre con los sectores de demanda media y fuerte.
Es posible que las dificultades de adaptación de algunos de estos sectores más tradicionales donde abundan empresas de tamaño muy reducido se encuentre en la base de algunas de las dificultades por las que ha atravesado el tejido industrial valenciano desde los años ochenta. Con todo, hay un contraejemplo claro: la industria de productos minerales no metálicos, que incluye una actividad tradicional en la región -la industria cerámica-, caracterizada por un gran dinamismo y una importante renovación tecnológica.
La capitalización de la economía
A la hora de explicar el crecimiento de la productividad del trabajo, que como ya se ha indicado ha sido la principal causa explicativa del crecimiento de la producción de bienes y servicios, tres son los factores que en forma esquemática pueden contribuir a ello:
* la formación de capital privado
* la mejora en las infraestructuras públicas
* Las mejoras globales en la eficiencia de los factores productivos
que nos
hemos acostumbrado a denominar progreso técnico
Las cifras de evolución del stock de capital privado en la Comunidad Valenciana indican que el valor real del mismo se ha más que cuadruplicado entre 1964 y 1992 (índice 435 para este último año haciendo base 100 en 1964). Por sectores, para el conjunto del período es el capital privado del sector de servicios destinados a la venta, junto con el de la construcción, los que registran una tasa de variación superior. Es destacable la alta sensibilidad cíclica de que da muestras la evolución del capital privado correspondiente a la actividad constructora en la región, ya que la mayor parte de su crecimiento se produce en las fases expansivas del ciclo, especialmente en el período 1964-75 en que llega a alcanzar una tasa de variación anual acumulativa de casi el 18%. El resultado global de la dinámica comentada es que en 1992 el capital de titularidad privada ubicado en la Comunidad Valenciana representaba el 11’8% del total español, cuando en 1964 tan sólo alcanzaba el 8’8%.
Por lo que respecta al peso de cada una de las categorías de capital privado en el stock regional, destaca la elevada importancia del patrimonio inmobiliario en forma de capital residencial, que ha supuesto algo más del 64f% del stock total de capital privado valenciano, el porcentaje más elevado entre todas las regiones españolas. El resto corresponde a actividades directamente productivas, destacando en primer lugar los servicios.
El fuerte esfuerzo inversor realizado a lo largo del período 1964-91 se ha traducido en una multiplicación por cuatro en términos reales de la dotación de capital privado por persona ocupada a lo largo de esos años -una vez excluídos del proceso de cómputo el capital correspondiente al sector residencial y al sector energético-. A pesar de que el crecimiento de esta ratio (Capital sector privado/Ocupados sector privado) ha sido más rápido en la Comunidad Valenciana que en el conjunto de España, todavía en los últimos años abarcados por el estudio, la Comunidad Valenciana aparecía infracapitalizada en relación a la media española. La diferencia es muy pequeña en los servicios destinados a la venta, pero en cambio bastante notable en la industria (índice del 78% de la media española en 1985-91), ya que ésta incluye muchas actividades de producción de bienes de consumo con ratios capital/trabajo relativamente bajos. Con todo, las diferencias tienden a reducirse desde 1977.
Por su parte, el capital público presente en la región adquiere la forma de infraestructuras de tipo social -como escuelas, hospitales, centros culturales, etcétera-, o de tipo productivo -carreteras, aeropuertos, obras hidráulicas, etcétera-, y ha ejercido su influencia en el crecimiento regional por una doble vía: su propio papel como factor productivo y los efectos externos positivos que desprende sobre otras actividades económicas contribuyendo a una mejora en la eficiencia de la producción privada y rebajando sus costes.
En conjunto, el capital de titularidad pública ha crecido más rápidamente que el tipo privado, como resultado de una actividad inversora más intensa. Así, mientras el stock de capital privado se ha multiplicado por algo más de cuatro, como ya se ha indicado, el público lo ha hecho por casi ocho. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se está hablando de magnitudes de base muy distintas, ya que se estima que en 1964 el capital privado representaba el 93% del total, y aún en 1993 seguía suponiendo un 88%.
También en términos de capital público se ha ganado participación con respecto a España en su conjunto, pasando de un 6’8% del total en el año inicial a casi el 9% en 1992.
En conjunto, y tanto en España como en la Comunidad Valenciana el capital público de tipo social ha crecido con más rapidez que el de tipo directamente productivo, si bien las diferencias son muy escasas después de 1985.
Para comparar la dotación de capital público en la Comunidad
Valenciana en relación a la media española, lo habitual es
hacer uso de indicadores en términos de dotación por kilómetro
y de dotación por habitante.
La Comunidad Valenciana prácticamente duplica la dotación
media española en términos de unidad de superficie, pero
en cambio ha estado todo el período por debajo de la media española
en términos por habitante, al igual que ha ocurrido en otras regiones
desarrolladas, ya que un rasgo común a éstas es la fuerte
densidad de población. Las diferencias con la media española
son menores en términos de capital social que de capital productivo.
Finalmente, las ganancias de productividad se explican no sólo por el volumen meramente cuantitativo de inversiones que se han llevado a cabo, sino también por los avances globales de la productividad de los factores de producción tomados en su conjunto o “progreso técnico” en la jerga peculiar de los economistas. Tiene el significado de aquella parte del crecimiento económico global que no se basa en la simple expansión cuantitativa del uso de los factores de producción como el trabajo o el capital, y sí en cambio, en las mejoras en la calidad de estos factores -fruto de la educación y de las innovaciones tecnológicas-, en la mejora en la gestión empresarial de la producción, o en el aprovechamiento de las economías de escala. Puede decirse que en el caso de la economía valenciana:
* el 64% del crecimiento de la producción del sector privado
corresponde a los
avances en el “progreso técnico” o Productividad
Total de los Factores (PTF).
* alrededor de un 30% a la creciente capitalización (inversión
privada).
* el resto, entorno al 6%, al aumento del empleo.
Son varios los factores que a su vez han contribuido a la mejora de la PTF.
Entre ellos puede destacarse:
* la acumulación de capital público en infraestructuras
* la formación de capital humano
* los cambios en la estructura productiva de la región.
El primer aspecto ha sido ya comentado, y el tercero tiene que ver con la transformación de la estructura económica regional en la dirección de la desagrarización y el aumento del peso relativo de los sectores industrial y de servicios, que tienen niveles de productividad del trabajo más elevados que la agricultura.
Respecto al segundo aspecto, la formación de capital humano,
el tema es importante desde el momento en que una parte de las diferencias
de productividad entre los individuos se explican por medio de las diferencias
en educación y formación profesional, de forma que es posible
incrementar la calidad del capital humano de una economía -e indirectamente
su eficiencia productiva-, a través de la inversión en educación.
En el estudio se ha considerado la distribución de la población
en edad de trabajar en cuatro categorías: analfabetos, sin estudios
o con estudios primarios, estudios medios, y estudios superiores o inmediatamente
anteriores a éstos.
Como media para 1985-95, el grupo de mayor nivel de estudios sólo
alcanza al 6’5% de la población en edad de trabajar. Se desprenden
también algunas otras conclusiones de interés:
* los niveles medios de estudios terminados de la población en
edad de trabajar
son por lo general inferiores en la Comunidad Valenciana a la
media española,
donde por ejemplo, el 7’5% de la población se situaba
en el grupo superior.
Las diferencias con todo, no son muy destacadas.
* se ha registrado un avance sustancial desde el período 1964-75
en que sólo
el 7’26% de la población teóricamente en disposición
de trabajar, contaba con
estudios medios al período más reciente en que
dicho porcentaje se eleva al
31’55%.
* si se analiza específicamente la población ocupada,
los niveles medios de
cualificación de las mujeres superan ya a los de los
hombres, cuando se
miden por el número medio de años de escolarización
(8’7 años para las
mujeres y 7’8 años para los hombres).
La convergencia con Europa
Finalmente, comparando la Comunidad Valenciana con los datos españoles y los de la Comunidad Europea aparecen algunas notas distintivas:
* mayor densidad de población en la región valenciana
* un perfil industrial más acusado en la región
* PIB per cápita en torno al nivel que clasifica a una región
como objetivo 1 de
la Política Regional Europea, lo que permite recibir
imortantes Fondos
Estructurales
* convergencia hacia los niveles medios de PIB per cápita europeos
desde la
integración en la UE hasta la actualidad.
* ritmo algo más lento de convergencia en el caso valenciano
que en el caso
español
* mayor proximidad a la media europea en términos de PIB por
ocupado que
en términos de PIB per cápita.
* esfuerzo en I+D notablemente inferior a la media europea y española.
La diferencia en cuanto a los niveles alcanzados de convergencia entre el PIB per cápita y el PIB por ocupado, revela una cercanía importante en términos de productividad del trabajo, que no se traduce en igual medida en términos de PIB por habitante o renta per cápita debido a que tanto en la Comunidad Valenciana como en España en general, las tasas de actividad (Población Activa/Población de 16 y más años) son inferiores a la media europea, mientras que las tasas de desempleo son superiores.
En lo que se refiere a la mayor lentitud en la convergencia en términos de PIB per cápita en la Comunidad Valenciana, es necesario tener presente, para no realizar una interpretación errónea, que la tasa de crecimiento demográfico y de creación de empleo en la Comunidad Valenciana ha sido, netamente superior a la media española y a la media europea, desde que se produjo la integración de nuestro país en la CE. Así por ejemplo, el crecimiento de la población valenciana entre 1985 y 1995 es del 0’43% anual y el de la española del 0’20% anual.
Lo anterior explica que con un crecimiento de la producción en la Comunidad Valenciana, casi igual a la media española en 1985-95-, del 3’01% anual en el caso valenciano y del 3’18% anual en el caso español, las diferencias en el crecimiento del PIB per cápita sean algo más acusadas, del 2’57% anual en el caso valenciano y del 2’97% en España. Por contra, entre las regiones que han mantenido tasas de crecimiento del PIB per cápita más elevadas en esa década años, se cuentan algunas como Galicia y Castilla y León, en que ello ha ocurrido, no como resultado de una tendencia particularmente expansiva de su producción, sino como consecuencia del proceso de disminución de población que han padecido. En definitiva, al ser el PIB per cápita un cociente, su evolución depende, tanto del numerador (el PIB), como del denominador (la población).
(*) Miembro del COEV
Catedrático de Economía Aplicada
de la Universidad de Valencia.
La reciente presentación del libro “Capitalización y crecimiento de la economía valenciana 1955-95” (Fundación BBV, 1997), del que soy autor junto con el profesor Andrés Picazo, sirve de pretexto para presentar a los miembros del Colegio un breve comentario sobre algunos de los aspectos más destacados de la evolución de la economía valenciana a lo largo del dilatado período temporal cubierto por esta obra. |
(*) Cristina Fernández y Carmen Pérez Caballero. Universitat de València