Número
158 - 2ª Quincena Marzo 1999.

APRENDER A DIRIGIR.

Pascual Paricio

Estamos ante un creciente proceso de globalización de la economía en el que la falta de capacidad directiva provoca estrangulamiento económico. En un proceso de cambio es necesario el dialogo y la participación en la empresa de todos sus estamentos para poder afrontarlo, y uno de los problemas básicos que hay que tomarse en serio es aprender a dirigir, pero no las cosas sino las personas.

Este tema fue analizado por Santiago García Echevarría, Catedrático de Política Económica de la Empresa y Director del Instituto de Dirección y Organización de Empresas, en la jornada Aprender a Dirigir organizada por la Escuela de Economía el pasado 29 de enero.

LOS NUEVOS ENTORNOS EMPRESARIALES: LA GLOBALIZACIÓN Y LAS MODERNAS FORMAS ORGANIZATIVAS DE LA EMPRESA.

Con una rapidez insospechada surge el fenómeno de la globalización de la economía. Esta globalización debe analizarse desde cinco dimensiones:

  • La globalización consiste prioritariamente en el hecho concreto de derruir barreras políticas, económicas y sociales.
  • La globalización significa buscar las "diferencias" y tratar de aflorarlas en un contexto de cooperación. Significa como consecuencia de ambos, establecer divisiones de trabajo abiertas, flexibles, no vinculadas a espacios concretos durante largos periodos de tiempo. Es decir, exigir la búsqueda de una división del trabajo que trate de aprovechar esas diferencias.
  • Cuando se habla de globalización, se está hablando, por primera vez, de un acercamiento a la Sociedad de la economía y de la empresa.
  • Globalizar significa libertad, lo cual implica un mayor ámbito de acción para la economía y para la empresa, y por tanto la ruptura de instituciones de carácter tradicional. Es por ello que tienen que surgir nuevas instituciones abiertas, cuya misión básica es coordinar esa globalización de forma altamente descentralizada y flexible.

  • Se dispone por primera vez de nuevas dimensiones interculturales que conllevan la aproximación de culturas, pueblos, personas, integrándolas en nuevas divisiones de trabajo sin limites y sin las rigideces tradicionales.
  • Globalizar significa también la necesidad de nuevas instituciones y organizaciones y la implantación de nuevas capacidades directivas en las que tengan prioridad el desarrollo de los recursos humanos.

Por tanto se puede decir que el reto de la globalización de la economía se centra básicamente en el fomento de tres grandes valores:

  • En primer lugar, la cooperación, es decir, buscar conjuntamente la mayor eficiencia posible en la utilización de los recursos y capacidades dentro de un marco de competencia.
  • En segundo lugar, la intensificación de la competencia, basada en lo "diferente", esto es, en la estrategia de que cada uno aporte al conjunto su "diferencia", lo que genera oportunidades para la empresa.
  • Y, en tercer lugar; el desarrollo de la confianza entre las instituciones y las personas para reducir los costes de coordinación. Al eliminarse las barreras artificiales se genera la necesidad de disponer de transparencia para poder coordinar eficientemente, lo cual exige una base de confianza.

La globalización exige desrregularizar las instituciones típicas de economías cerradas que han constituido barreras artificiales, y sustituirlas por nuevas formas de coordinación.

La globalización de la economía se encuentra estrechamente relacionada con el proceso de cambio. La globalización exige una transformación permanente de la empresa en la búsqueda de nuevas economías de escala.

El criterio tradicional económico de reducir los costes unitarios a través de grandes producciones en masa, cede paso a la búsqueda de "nuevas economías de escala", basadas en la utilización de los potenciales disponibles por distintas empresas.

En estas nuevas economías de escala, la actividad se realiza a través de la cooperación entre las distintas empresas que disponen de los potenciales, es decir, las nuevas economías de escala se logran mediante la eliminación de barreras físicas e implican una reducción permanente de costes a través de la mejor utilización de las capacidades disponibles, por lo que se necesitan nuevos diseños organizativos.

El desarrollo de redes constituye la clave fundamental de estas nuevas economías de escala que implican la utilización de los potenciales en cualquier lugar, espacio, en el que se dispongan.

La globalización conduce a una mayor complejidad de los procesos, por lo que se hace necesaria la descentralización a todos los niveles. Esta descentralización supone un nuevo impulso al desarrollo de los recursos humanos, siendo la consecuencia de todo ello una creciente competitividad.

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La globalización también significa un permanente cambio en la división del trabajo, exigiendo a las instituciones nuevos diseños organizativos y a los individuos nuevos comportamientos.

En cuanto a las instituciones, los dos criterios básicos son:

  • El desarrollo de organizaciones inteligentes desde la perspectiva de una adaptación rápida a los procesos cambiantes y,
  • La necesidad de legitimar estas instituciones a través de una identificación corporativa.

La importancia de la cultura y de los valores en los nuevos diseños institucionales proviene de este proceso de globalización.

En lo que afecta a los individuos en las empresas, la exigencia de nuevos comportamientos implica la necesidad de una disposición permanente al aprendizaje y al trabajo en equipo.

Ambos componentes, consecuencia de la nueva división del trabajo, se orientan a la reducción permanente de costes.

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Por tanto las claves de este proceso de cambio se encuentran básicamente en tres modificaciones sustanciales en la actividad económica empresarial:

  • En primer lugar, el abandono de una "cultura de la cosificación" de las relaciones contractuales y de la "cultura de mando", pasando a una "cultura del management de personas y sus capacidades" y a una "cultura de identificación corporativa", de ahí la necesidad de aumentar la formación.

Esto conlleva una creciente demanda de capacidad directiva.

  • Abandono de una cultura de "activos inmovilizados". El éxito o fracaso de una división de trabajo no radica prioritariamente en los activos inmovilizados, sino en la cultura del cambio permanente de las personas y de su implicación en el desarrollo de redes.
  • Otra de las claves es la reducción de las barreras, lo que exige una cultura de la competitividad para poder aflorar los propios potenciales disponibles.

Estas tres claves obligan a un tipo de management más orientado a los recursos humanos que a las dimensiones funcionales tradicionales.

El impacto de los procesos de globalización constituye la base de la dilución de barreras y, conduce a las nuevas divisiones del trabajo, al desarrollo de un "nuevo" empresario y a la búsqueda de aquellas diferencias en las que tiene mejores potenciales por lo que podrá lograr una mayor eficiencia económica y social.

Otra de las características fundamentales del proceso de globalización se encuentra en la existencia de una nueva dinámica cultural que integra y acerca las personas y, por tanto reduce los costes de coordinación al eliminar barreras sociológicas y organizativas.

Todo esto obliga a una institucionalización y a la generación de nuevos diseños organizativos en los que la capacidad directiva supone el éxito o el fracaso de estos procesos. También obliga en lo que afecta al desarrollo de la actividad empresarial, a la necesidad de desarrollar un pensamiento estratégico en todas las personas implicadas, es decir, a posicionarse en el futuro y no en el pasado, para facilitar los procesos de cambio y de eficiencia en la distribución de los recursos.

LOS NUEVOS DISEÑOS EMPRESARIALES: EXIGENCIAS AL CAMBIO DIRECTIVO.

La globalización ejerce su impacto en la forma de dirigir las instituciones en tres dimensiones básicas:

  • En primer lugar, obliga a cambios organizativos permanentes, es decir, exige una adaptación rápida y flexible, por lo que estas organizaciones tienden a ser planas, cerca del cliente y de los problemas que originan la coordinación entre la empresa y clientes, proveedores y el propio personal.
  • Implica, al propio tiempo, una nueva configuración de los procesos productivos basados en principios, y no en reglas, y juega un papel creciente el desarrollo de la tecnología de la comunicación con el fin de coordinar a través de transparencia lo que hasta ahora se venía haciendo jerárquicamente.
  • Y, en tercer lugar, sitúa en primer plano, la necesidad de una mayor disposición al cambio de los recursos humanos, buscando en comportamientos de aprendizaje continuo la respuesta a las necesidades de globalización.

Esta globalización genera, desde el punto de vista empresarial una nueva dinámica de cambio de valores. Los tres criterios básicos sobre los que tiene que descansar toda actividad directiva son:

  • Creación de una unidad doctrinal con el fin de lograr una identificación de la personas con la institución, al objeto de reducir los costes de coordinación.
  • Una creciente descentralización con la finalidad de poder diseñar cambios organizativos permanentemente y sin altos costes de adaptación.
  • Una mayor creatividad e innovación a través de la asunción de riesgo y responsabilidades, lo que genera cambios de comportamiento que llevan a otra forma diferente de dirigir más que a mandar y de integrar más que a desintegrar.

En esta nueva dinámica empresarial, es la persona y no la función la clave del éxito.

Toda empresa que busque el éxito lo tiene que realizar a través de esa división de trabajo, en cambio permanente, que presenta diferencias y que precisa de su pertenencia a redes que tengan capacidad para aflorar esa diferencia, en ese producto o en ese servicio, en los mercados mundiales. El éxito de una empresa depende de la adecuada elección de su entorno y de su potencial directivo y capacidad de management.

Esta nueva economía de escala a nivel mundial se caracteriza por la capacidad de sus diferencias, en lo especifico de cada empresa y en la dimensión global.

En economías abiertas y competitivas se incrementa la interrelación entre el entorno y la empresa. Por tanto el empresario debe asumir funciones crecientes en el entorno, con lo que se le ofrecen nuevas oportunidades y un mayor rol en la sociedad, se exige de un directivo que integre los problemas de la sociedad.

LA DIRECCIÓN DE "PERSONAS" COMO CLAVE A LOS NUEVOS PROCESOS DE DIRIGIR

¿Qué es dirigir?. Dirigir supone por una parte reasignar recursos de una división de trabajo a otra, con la finalidad de asegurar la recuperación de los recursos y la reasignación de los mismos, es decir, lograr la eficiencia económica. Pero a su vez también supone cambiar los comportamientos humanos y las actitudes con la finalidad de lograr la integración y motivación de las personas.

El directivo que consiga entrelazar ambos aspectos, es el que conseguirá la máxima eficiencia, la competitividad.

La función de dirigir es un compendio de:

  • Funciones técnicas, es decir, conocimiento de los aspectos técnicos del trabajo.
  • Funciones directivas, que supone planificar, programar, motivar, coordinar, ....
  • Y funciones de relaciones humanas, es decir, hacer equipo, facilitar la comunicación y desarrollo de las personas.

Un factor de riesgo para las empresas es el tener directivos que "solamente" posean un altonivel de conocimientos técnicos.

Una empresa no debe ser vista en términos de Activo y Pasivo, sino en términos de potenciales. Un directivo debe descubrir donde están esos potenciales, tanto externos (Aprovisionamientos, recursos humanos, etc.) como internos de la empresa (Inmovilizados, balances,etc.) y ver como los desarrolla.

El potencial humano es el único capaz de desarrollarse y por tanto cuando una empresa invierte en la formación de sus recursos humanos lo que está haciendo es invertir en su futuro.

Dirigir es en suma, hacer que el comportamiento de las personas minimice la diferencia entre la estrategia empresarial, entendida como el fin hacia el que quiere ir la empresa, y, la cultura empresarial que es hacia donde realmente se dirige.

Esta diferencia existente entre estrategia y cultura empresarial son los costes de coordinación.

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El directivo es una persona que tiene que integrar los recursos humanos, por lo que está obligado a dialogar, generando en este proceso un cambio cultural en su empresa.

Los valores de la cultura empresarial son:

  • Autorresponsabilidad del colaborador, lo que implica que hay que descentralizar.
  • Trabajar en equipo.
  • Participación del colaborador en los procesos de decisión.
  • Más información sobre los procesos de decisión (en España, solo el 17% de los directivos esta dispuesta a dar información).
  • Autorrealización en el trabajo.
  • Libertad en la configuración de los contenidos del trabajo.
  • Humanización en la vida del trabajo.
  • Organización y flexibilidad del trabajo
  • Participación del colaborador en los resultados de la empresa.

Todo esto son los costes de coordinación.

La ventaja que puede tener una empresa como consecuencia de su cultura empresarial y de su potencial humano, es que aumenta su diferencial de competitividad.

 

EL PAPEL DEL DIRECTIVO Y SU ROL EN LOS NUEVOS DISEÑOS EMPRESARIALES: PROPUESTAS PARA UNA DIRECCIÓN EFICIENTE

Las características que debe reunir un buen directivo, además de sus conocimientos profesionales y de las experiencias son:

  • Atrevimiento y paciencia.
  • Actuación ética
  • Capacidad de aprendizaje y sensibilidad por lo nuevo.
  • Capacidad de visionar el futuro.
  • Capacidad de comunicación y motivación tanto hacia dentro como hacia fuera.
  • Capacidad para crear un clima innovador. Clima innovador y capacidad de innovación son ventajas competitivas claves para todas las empresas.
  • Pensamiento global.
  • Credibilidad.
  • Predisposición al cambio, al desarrollarse el mundo de manera muy rápida.
  • Tener una gran disposición para las relaciones internacionales.

El directivo debe asumir un nuevo estilo de liderazgo, debe ser un líder transformacional que además de asumir las necesidades de sus recursos humanos, las satisface. Debe potenciar las necesidades de potencial mas alto (Maslow), debe facilitar los grandes cambios, ha de tener además de visión, autoridad y fuerza interna. Y además tiene que transmitir la cultura organizativa.

El liderazgo no es más que la habilidad de un directivo para lograr que un individuo haga lo que se le ordena, debido a que el individuo así lo desea.

Una de las características esenciales del nuevo directivo es su capacidad de delegación, y cuanto más positiva sea la idea que el directivo tiene sobre el personal, más eficaz será la práctica de delegar responsabilidades.

La delegación de responsabilidades tiene unas características positivas, como son:

  • Propiciar un ambiente en el que el personal participe mental y emocionalmente en su labor, en vez de participar sólo físicamente.
  • Lograr que el personal, asuma responsabilidades, haciéndole participar en la planificación y en la toma de decisiones.
  • Dirigir su esfuerzo a la consecución de los objetivos de la empresa en general, en vez de dedicarse a los detalles.
  • Proponerse obtener resultados con la colaboración de su personal, manteniendo una comunicación eficaz con el mismo.

Los principios de la dirección deben ser:

  • Pensamiento global
  • Considerar las consecuencias sobre el conjunto y atreverse a asumir la complejidad.

  • Conocimientos de Potenciales
  • Conocer y utilizar mejor los recursos escasos disponibles.

  • Mentalidad económica
  • Conocer la dimensión económica de los recursos, evitar todo despilfarro.

  • Referencia a clientes y competencia
  • Conocer la posición

  • Pensamiento estratégico
  • Futuro punto de referencia

La nueva cultura directiva exige una cultura de confianza y apertura, una mentalidad de servicio, iniciativa, creatividad, disposición a la cooperación y a ayudar, una cultura del error basada en la asunción de responsabilidades, ejemplarizar en valores la filosofía empresarial, apertura intercultural, un management del conocimiento (hay que salirse de los esquemas administrativos), y una lealtad a la empresa y a los objetivos (no personificar la lealtad).

Las competencias del nuevo directivo deben ser una amalgama de competencias técnicas, competencias de dirigir, competencias interculturales y competencias sociales.

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Colegiado nº 6.115