(*)Francisco Diana Gómez
La Comisión de Marketing
del COEV realiza entre sus diversas actividades debates internos en los
que se analizan cuestiones relevantes para los economistas interesados
por el marketing. En este artículo se expone, por parte de su autor,
una recensión del tema Crear y medir un plan de fidelización,
que fue tratado en una de las sesiones recientemente celebradas.
1. La fidelización:
¿moda o necesidad?
La fidelización está
de moda. Y todas las modas tienen como principales argumentos la novedad
y la caducidad. Pero en el caso de la fidelización de clientes no
estamos hablando es-trictamente de un movimiento reciente y efímero.
Ya desde los antiguos mercaderes y, sobre todo, a partir del asentamiento
estable del comercio en las ciudades, la fidelización ha sido un
objetivo implícito de toda actividad empresarial o profesional.
Observado desde esta
perspectiva, durante los últimos años la fidelización
ha pasado por una fase de relativa ignorancia, motivada fundamentalmente
por tres factores:
1. La falta de importancia
que se ha otorgado a la figura del cliente fiel durante los últimos
años, en detrimento de la búsqueda de nuevos clientes y de
incrementos de ventas brutos y de cuota de mercado.
2. La sociedad de masas
y los nuevos hábitos de consumo, que han dado paso al anonimato
del cliente.
3. La creciente cultura
de consumo y el acceso a la información, que lleva consigo el hecho
de cuestionar constantemente al proveedor, comparar con la competencia
y no tener ningún escrúpulo por el cambio.
Por el contrario, desde mediados
de los años 90 se está asistiendo a un cambio de perspectiva,
asentado en tres factores:
1. La estandarización
de los productos y servicios ha llevado a las empresas a buscar las ven-tajas
competitivas en otros puntos de la transacción con el cliente. Se
incide en el “pro-ducto aumentado” y en crear un especial “feeling” con
el cliente.
2. La competencia feroz,
como consecuencia de la posibilidad de acceso generalizado a las mismas
tecnologías por parte de todos los oferentes.
3. La informática,
que ha permitido crear las herramientas de bases de datos que ayudan a
identificar, dentro de la gran masa, a los consumidores “con nombres y
apellidos”.
Es en este contexto cuando
las empresas se han planteado la fidelización como una ne-cesidad.
Quizá puede resultar ocioso repetirlo aquí, pero numerosos
estudios cuantifican las ventajas de retener a los clientes en la empresa.
Tomando como fuente el Carlson Marketing Group Research, podemos ilustrarlo
con varios datos:
? El 83% de los clientes
cambia de proveedor y no protesta.
? Conseguir un nuevo cliente
es 5 veces más caro que mantener uno actual.
? Un cliente satisfecho
lo comunica un promedio de 5 veces, un insatisfecho, 12.
? Un 5% de incremento en
la fidelidad del cliente puede producir un aumento de be-neficios de entre
un 25% y un 85%.
En este último punto
es donde podrían producirse más dudas. Es decir, sabemos
que la retención de clientes puede provocar la consolidación
de la cifra de ventas, pero ¿por qué in-crementa la rentabilidad
y los beneficios?. La solución a esta paradoja viene de la mano
de lo que Luis María Huete llama los conectores con la rentabilidad,
es decir, situaciones que se pro-ducen como consecuencia de la retención
de clientes y que son las que generan los beneficios. Los “conectores”
pueden resumirse en los siete siguientes:
1. Incremento de las ventas
de repetición
2. Incremento de las ventas
cruzadas
3. Creación de referencias
hacia otros clientes
4. Admisión de sobreprecio
(reducción del riesgo de nuevas “expectativas”)
5. Disminución de
los costes de adquisición de clientes
6. Disminución de
los costes de servir (aprendizaje)
No hemos de olvidar que la
fidelización trabaja en el medio y largo plazo. Eso nos lle-vará
a realizar inversiones en retención a cambio de obtener el plus
que reflejan los contecto-res. Necesitamos trabajar con mediciones de valor
de vida del cliente para poder calcular hasta dónde deberemos invertir
en este sentido.
2. Qué no es y
qué sí es un Plan de Fidelización
2.1. No es un plan de fidelización
- Un plan de fidelización
no consiste en mandar felicitaciones de Navidad a los clientes o crear
una tarjeta entre varios comercios, y ya está. Estos elementos,
que en muchas ocasiones van a acompañar a los planes, nunca pueden
ser su única esencia.
- Un plan de fidelización
tampoco es situarse en la atalaya de la dirección, contratar a un
consultor y pedirle que haya resultados en dos meses.
- Menos todavía
un plan de fidelización es algo de lo que sólo participe
la dirección, y que traslade sobre los empleados como una orden.
- Tampoco la implantación
de un programa que busque exclusivamente la satisfacción del cliente
va a crear necesariamente fidelización.
Es importante ampliar
esta última idea. El que un cliente siga adquiriendo nuestros productos
o servicios puede deberse, resumiendo entre las posibles situaciones, a
que nos es fiel, o peor aún, a que está retenido pero no
satisfecho. Este tipo de cliente rehenes suelen provenir por situaciones
de monopolio o por barreras de salida, reales o psicológicas, que
se dan espontáneamente o que crean las propias empresas.
Pongamos algunos ejemplos.
Las barreras de salida reales podríamos significarlas en los programas
informáticos. Los costes de cambio de un programa a otro pueden
ser elevados e invalidar el planteamiento de alternativas a corto plazo.
El cliente no está satisfecho, pero los gastos directos de adquisición
crean una protección suficiente para el proveedor. Ejemplos de barreras
de salida psicológicas podemos encontrarlos en el asesoramiento
fiscal, un sector pro-clive a confundir retención con fidelización
y sufrir y aprovecharse simultáneamente de esa mixtura. El cliente,
por una parte, piensa que cambiar de asesor puede suponer que el anterior
le denuncie, o se quede con información delicada sobre su vida o
su empresa. Cualquiera que conozca el mundo profesional por dentro sabe
que ese temor es absurdo e infundado. Aunque en ocasiones el asesor, por
la otra parte, tiende a actuar con algunos clientes abusando de esas barreras,
pensando que le son fieles cuando en realidad sólo están
retenidos (y, por lo tanto, insatisfechos). Este último supuesto
es una auténtica “bomba de relojería”.
2.2. Sí es un plan
de fidelización
Un plan de fidelización
debe apoyarse en la orientación al cliente y la calidad de servi-cio.
Si estamos intentando tomar medidas para que el cliente repita su compra
en nuestra em-presa, deberemos averiguar qué elementos valora como
los más importantes para volver a consumir; al mismo tiempo, si
no existe calidad cualquier esfuerzo de comunicación será
rápi-damente neutralizado en cuanto se establezca el contacto con
la empresa, se perciba el resul-tado del servicio y se produzca la ruptura
entre expectativa y percepción.
3. Fases de creación
de un Plan de Fidelización
1. Definición de patrones
de medida: deberemos definir qué vamos a entender por deserción,
por infidelidad, etc..
2. Factores de criticidad:
Identificar los distintos factores relacionados con los comportamien-tos
de los clientes y con sus características que provocan la infidelidad.
3. Segmentación /
carterización: de la información anterior hemos de obtener
diferentes seg-mentaciones en las que combinemos los factores de infidelidad
y la rentabilidad.
4. Creación de la
Base de Datos Marketing: será la fuente de datos para poder crear
progra-mas concretos y para realizar el seguimiento y medición de
éstos.
5. Planes de acción:
debemos establecer tantos planes de acción como segmentos o subseg-mentos
queramos trabajar, siempre teniendo como norte el valor de vida del cliente.
6. Comunicación interna:
es absolutamente necesario desarrollar un plan de comunicación interna
que informe y motive a todos los empleados en el proceso de fidelización
7. Implantación:
ejecución de los programas
8. Medición y corrección:
de la medición y del abastecimiento de la base de datos iremos sa-cando
conclusiones de corregirán los planes trazados.
En todo el plan de fidelización
partimos siempre una doble idea: todos los clientes son iguales, pero unos
más iguales que otros. Esto supone discriminar y centrarnos en los
más rentables.
4. Cómo medir un
Plan de Fidelización
El éxito de
un plan de fidelización debe evaluarse con sus propias medidas.
No pode-mos utilizar un análisis tradicional de ventas, divididas
por departamentos, productos, etc., sino que debemos obtener información
significativa sobre los clientes y su respuesta en términos de retención.
Una empresa fideliza
a sus clientes en la medida que es capaz de lograr una alta tasa de retención.
La retención se podría definir como la repetición
de una compra – o de un volu-men prefijado – durante un determinado periodo
de tiempo. Fidelizar es conseguir altas tasas de clientes que repiten a
gusto o tasa bajas de no repetidores, desertores. La tasa de deserción
es el porcentaje de clientes que no arrastramos entre un periodo y otro.
Tasa de retención
= 1 – Tasa de deserción
La reducción
de los abandonos empieza cuando se consigue una información fiable
sobre sus causas. Especialmente la causa raíz. También es
importantísimo averiguar los “flujos migratorios”: de dónde
vienen los nuevos clientes y a dónde se nos van los desertores.
La tasa de deserciones permite computar la vida media de la relación
de un cliente con la empresa.
1
Vida media de un
cliente = ------------------------ x 100
Tasa de deserción
La vida media de un
cliente permite visualizar mejor la importancia de la fidelización.
Hasta este momento, el razonamiento seguido es simple: si fidelizar es
conseguir repetidores que vuelven con ganas, hay que disminuir el número
de desertores (clientes que abandonan porque están descontentos).
Esto, a su vez, determina la vida media de la relación de los clientes
con la empresa. Por lo tanto, tal y como pretendemos subrayar, fidelizar
es alargar la vida media de los clientes y reducir el número de
desertores
El valor de un cliente
retenido es el producto de su rentabilidad anual, multiplicada por su vida
media. Al mismo tiempo su rentabilidad anual debería calcularse
en función del margen de contribución de los servicios que
consuma, multiplicados por su compra media y por el nú-mero de compras
al año. Con todo ello se han cuantificado al menos dos de los cables:
las ventas de repetición y las cruzadas. En la mayoría de
los casos será legítimo intentar cuantificar el impacto de
los otros cuatro cables: las referencias, el sobreprecio, la reducción
en los costes de servir y la disminución de los costes de adquisición
de nuevos clientes.
Este análisis
hace patente la rentabilidad de profundizar en los mecanismos de satisfac-ción
y recuperación de clientes descontentos. También se pone
de manifiesto el impacto de las políticas de fidelización
de clientes en su valor económico.
5. El valor del cliente
como base para un cambio en la estrategia de la empresa
El concepto de “valor
de un cliente” es útil en tres aspectos básicos:
1. Hace ver el cliente desde
el punto de vista de una inversión de capital, que ha de ser mantenida
y cuidada.
2. Permite a la empresa
conocer cuánto puede (no cuanto debe) estar dispuesta a in-vertir
en cada fuente posible de nuevos clientes, dado el valor que tenga el cliente
en cada caso.
3. Permite analizar el impacto
de las distintas acciones comerciales bajo una perspec-tiva amplia y al
mismo tiempo concreta, al incorporar una visión de largo plazo dentro
de unos parámetros precisos.
(*) Colegiado nº
3.257
Miembro de la Comisión
de Marketing del COEV |