El servicio al cliente y equilibrios
en la empresa
(*) Antonio Zafra Guijarro
El servicio al cliente
se presenta como el elemento fundamental para lograr la ventaja competitiva
que nos hará triunfar en el marco de fuerte competencia en el que
vivimos. Superando las frases hechas a las que estamos acostumbrados debemos
centrarnos en una nueva gestión volcada en la satisfacción
de las necesidades de nuestros clientes y orientada al mercado. Para ello
se hace necesario abandonar tendencias y creencias que condicionan la consecución
de este objetivo.
Solemos hablar de la excelencia
en el servicio al cliente pero en muchas ocasiones nos estancamos en frases
como “el cliente es el rey”, “lo primero es el cliente”, “el cliente siempre
tiene la razón”, etc. Con buenos propósitos situamos al 8cliente
en el centro sobre el que queremos que gravite nuestra actividad empresarial,
pero lo cierto es que los clientes descontentos son tremendamente numerosos,
y no sólo por ser víctimas en ocasiones de una actitud que
denota falta de cortesía sino por soportar situaciones de mala gestión
o de incompetencia que traslucen un problema; más profundo y difícil
de solucionar. Si bien una postura que podemos denominar de poco “positiva”
da una pésima imagen, qué puede suceder cuando el cliente
comprueba que las soluciones correctas son difíciles de obtener.
Llegados a este punto no debemos olvidar nuestra doble vertiente de clientes
y proveedores, de compradores y vendedores, que nos llevará a la
conclusión de que nos sentimos más insatisfechos por el servicio
recibido que por el producto comprado.
En un entorno tan competitivo
como el actual, donde es tan difícil la captación de nuevos
clientes, el mantenimiento de la relación con los nuestros, dirigida
hacia la fidelización, nos proporcionará una posición
de ventaja en el mercado y consecuentemente beneficios. El servicio al
cliente se alza como el factor clave para que una empresa sobreviva, la
causa del éxito o el fracaso. La razón de esto es simple,
la economía de servicios es una fase más avanzada de desarrollo
en la historia de la economía. A las empresas les es más
difícil ofrecer desde un punto de vista técnico mejores soluciones
que sus competidores, por ello, cada vez tienen más importancia
los distintos tipos de servicios y los elementos auxiliares que se ofrecen,
es decir, se plantea la necesidad de presentar una oferta de servicios
más amplia como ventaja competitiva. Si además de dar soluciones
a nuestros clientes, el contacto con ellos genera un proceso de feedback
que nos ayuda a limar posibles deficiencias en nuestra organización,
los resultados serán tremendamente beneficiosos. Otro argumento
para mejorar la calidad del servicio al cliente nos lo da la estadística,
el 95 por 100 de los clientes insatisfechos no se quejan, aún cuando
los problemas sean graves. Y entre el 65 por 100 y el 90 por 100 de los
que no presentan una reclamación dejan de comprar en esa empresa,
arrastrando en ese proceso a otros clientes potenciales mediante el sistema
“boca a boca”, y lo que es más grave, posiblemente la empresa no
sabrá porqué los ha perdido.
Partiendo de lo expuesto,
parece claro que la calidad en el servicio al cliente debe ser el propósito
de toda empresa que desee triunfar, esta idea ha estado siempre presente
en las páginas de ECONOMISTES, pero se hace necesaria una
reflexión sobre los obstáculos que nos impiden proporcionar
un buen servicio al cliente.
La economía de la
empresa busca al igual que lo hace la macroeconomía o la
microeconomía leyes
de equilibrio, tanto en sus procesos como en su relación con el
Entorno, teniendo como objetivo
la optimización de los recursos. La experiencia nos dice que esa
búsqueda de la asignación óptima se centra habitualmente
en una reducción de costes (fácilmente cuantificables), dando
más importancia a las economías de escala y a la orientación
financiera a corto plazo que a la orientación a los clientes, cuyo
valor añadido es más difícil de cuantificar. Es nuestro
eterno problema, la eficiencia en la asignación de unos recursos
que siempre son escasos. Como economistas estamos habituados a trabajar
fijando modelos bien especificados con una serie de supuestos explícitos
como punto de partida, creamos y trabajamos con funciones y modelos económicos
que siempre incluyen variables de costes y no nos es difícil encontrar
modelos que incluyan como variable el servicio al cliente o cualquier otra
variable cualitativa de calidad en el servicio. En la vida diaria de nuestras
empresas no podemos realizar experimentos controlados a base de modelos
que incluyan variables cualitativas cuyo manejo nos presente incertidumbre
(más incertidumbre).
Sin embargo, sí es
fácil levantar la cabeza y mirar alrededor para saber el porqué
de los triunfos de otros. Esa visión panorámica nos debe
estimular para pasar por encima de la vieja idea de que la potenciación
del servicio al cliente es un coste excesivo. La falta de calidad en el
trabajo diario de los colaboradores de una empresa genera costes adicionales,
implica la necesidad de corregir los errores cometidos y esto significa
pérdida de tiempo y de dinero. El proceso de captación y
de venta a un cliente nuevo lleva incorporado un coste que es cinco veces
superior al del proceso que implica vender a un cliente actual de la empresa.
Por otro lado, un sistema orientado al cliente que nos conduzca a un mejor
conocimiento de sus necesidades, minimizando las diferencias entre la calidad
esperada y la experimentada, fortalecerá nuestra imagen corporativa
y esto no pasará inadvertido para el mercado, así al contrario,
nos permitirá nuevas operaciones, fidelización de nuestros
clientes y por lo tanto conseguiremos una mejora en la rentabilidad. La
idea es clara, una mejora en el servicio al cliente siempre llevará
consigo una mejora en la productividad.
Otro aspecto a resaltar es
el siguiente, si en la economía la competencia se rige por el interés
individual, es legítimo pensar en un efecto similar en cada uno
de los departamentos de la empresa. Los distintos subsistemas empresariales
buscan sus objetivos particulares apoyándose para ello en la falta
de información del resto de subsistemas o en la asimetría
de la misma. Ese interés parcial y de confrontación entre
los departamentos puede alejar a la empresa del interés global.
De todos los departamentos se va a demandar nuevos recursos, pero cualquier
medida redistributiva de recursos, incluido el capital humano, va a afectar
a la eficiencia de nuestra empresa. En este punto la pregunta que se plantea
es qué consideramos más eficiente, en qué lugar colocamos
la potenciación de la atención; al cliente. Si nos centramos
en el corto plazo y en la visión de algún subsistema en concreto
nos podemos encontrar con que nuestros recursos son asignados ineficientemente
desde el punto de vista de la calidad en el servicio al cliente. En este
contexto siempre debemos tener en cuenta que al cliente no le interesa
los procesos internos de una empresa sino el servicio que recibe.
Nos puede servir de base
de partida para trabajar, pensar en una orientación al mercado en
la línea que establecía Jean-Jacques Lambin cuando se desmarcaba
de la definición tradicional de Márketing como una simple
conquista de los mercados, concepto válido para etapas anteriores,
y consideraba tres dimensiones en el desarrollo de Márketing:
*Sistema de pensamiento:
actitud o filosofía respecto al mercado que significa una clara
orientación al cliente.
*Sistema de análisis:
comprensión de los mercados, de las necesidades de los consumidores,
de los nichos clientes-productos-mercados, de la demanda.
*Sistema de acción:
conquista de los mercados a través de las variables de Márketing
(product, place, price, promotion)
;Estamos hablando de una
estrategia integrada de Márketing que implique a toda la organización,
que nos haga conocer lo que sucede en el mercado, lo que hacen nuestros
competidores. Necesitamos para ello una política de inversión
y reasignación de recursos dirigida a obtener esa información
necesaria del mercado (para poder entre otras cosas segmentarlo), para
formar a todos nuestros colaboradores, especialmente a aquellos que están
viviendo los “momentos de la verdad”, los que tienen un cantacto directo
con los clientes. Debemos invertir en nuestra comunicación con los
clientes, en darles medios para que expresen sus opiniones y nos ayuden
en nuestro proceso de mejora haciendo funcionar los dos sentidos de la
información...
Los directivos son finalmente
quienes deben apreciar cuáles son las cuestiones clave en la nueva
gestión y entender la naturaleza de la nueva competencia. Qué
funciona y qué no funciona. El éxito para una organización
se encontrará en la identificación de las necesidades de
sus clientes y en conseguir cumplirlas, en la creación de un sistema
que se plantee como principio una asociación más próxima
entre el cliente y la empresa. Todo ello con el objetivo claro que se ha
venido repitiendo a lo largo del artículo, dirigir a la empresa
a aumentar su potencial de crecimiento y rentabilidad.
(*) Colegiado nº
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