Número 221 - 1ª Quincena Marzo de 2002.

"La contabilidad creativa significa usar la normativa para modificar
las cuentas de las empresas"


 
 
Conferencia íntegra en RealAudio 
en la sección de "Sólo Colegiados"

Para Oriol Amat, catedrático de Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra

Así lo manifestó el catedrático de Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra en el transcurso de la sesión de trabajo, organizada por la Escuela de Economía del Colegio de Economistas de Valencia bajo el título Contabilidad creativa y nuevas tendencias en contabilidad financiera y celebrada en la Bolsa de Valencia el pasado día 19 de febrero, y que atrajo a más de 200 economistas. A lo largo de su disertación, Oriol Amat aludió a la generalización actual de la contabilidad creativa entre las empresas y su legitimidad, aunque no deja de ser “un fraude de ley”, puntualizó.
 
 

Más de 200 economistas asistieron a la jornada que sobre Contabilidad creativa organizó, 
gratuitamente para sus miembros, el Colegio de Economistas de Valencia.

En los últimos tiempos y como consecuencia de las crisis financieras que han afectado a grandes compañías de ámbito internacional, la contabilidad creativa ha cobrado  especial relevancia, poniendo en duda los datos que se presentan, así como la credibilidad de los auditores. Con el objetivo de aclarar los diversos aspectos que implica su utilización, la Escuela de Economía organizó, el pasado día 19 de febrero, una sesión de trabajo presidida por el catedrático de Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra, Oriol Amat, cuya presentación estuvo a cargo de Alfonso Salvador, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Economistas de Valencia.

El ponente, que basó su exposición en ocho puntos, explicó a los numerosos asistentes el concepto de contabilidad creativa, así como las formas de aplicarla, detectarla y  las posibles consecuencias para auditores y usuarios. Para Amat, “la contabilidad creativa sería usar la normativa contable para modificar las cuentas”. De este modo, según se apliquen unos criterios u otros en ciertos aspectos de la contabilidad, los resultados pueden variar.

La explicación del ponente apuntó que, a pesar de que el Plan General de Contabilidad habla de uniformidad de criterios (no puede variarse una norma de valoración una vez adoptada), también especifica que si cambian los supuestos que llevaron a adoptar cierto criterio, se puede cambiar éste. Los auditores deben avisar de este cambio en su informe y cuantificar el impacto en el resultado, pero sólo durante un año. “Esto significa que se puede pasar de unos criterios menos conservadores a otros más conservadores –o viceversa– y variar los beneficios obtenidos”, especificó Amat.

Así, en ocasiones, las empresas pueden calcular sus cuentas de forma objetiva, pero la legislación contable tiene ciertos vacíos que no permiten contabilizar determinados aspectos como el valor de la marca, los recursos humanos, los planes de pensiones, etcétera. Además, existen muchos puntos de la contabilidad entre los que se puede elegir u otros tantos que requieren hacer previsiones sobre el futuro, pudiendo ser optimistas o pesimistas. Esto por no hablar del deseo de muchas empresas por manipular los datos.

Por tanto, la contabilidad, tal y como está regulada actualmente, no refleja ni informa sobre la realidad, sino que “sólo sigue las normas”, dando lugar a unas cuentas anuales transformadas en las compañías. Esto se debe al predominio de una visión legalista a la hora de elaborar la contabilidad de las empresas, es decir, se prepara aplicando las normas, independientemente de cuál sea la realidad.

Para el ponente, “en la actualidad, prácticamente todas las empresas maquillan las cuentas” y rara es la empresa que no la ha empleado en los últimos cinco años. Los motivos que existen para utilizar esta contabilidad creativa son variados y extensos. Entre ellos, Oriol Amat destacó la necesidad de alisar los resultados, como por ejemplo en los Bancos, donde a pesar de las crisis económicas, los beneficios siempre aumentan con respecto a los años anteriores entre un 15 y un 20%. Otras razones son impresionar a los accionistas, controlar los dividendos, manipular el valor de las acciones y los sistemas de retribución de la Dirección, poner en evidencia y en dificultades a la anterior y posterior Dirección, manipular a entidades de crédito para la concesión de préstamos, engañar a Hacienda o lograr concesiones.

Métodos de aplicación
Pero, ¿qué técnicas existen para aplicar una contabilidad creativa? En respuesta a esta pregunta, el orador indicó que habría que hacer lo mismo que si se quisieran pagar pocos impuestos dentro de la legalidad. Por tanto, una empresa que desee modificar sus resultados buscará en la normativa contable aquellas partes que no estén reguladas, tengan un tratamiento alternativo o sean temas en los que podamos ser  optimistas o pesimistas a la hora de realizar unas previsiones de futuro.
Así, se podrán modificar datos si en la actualización de balances pensamos cómo queremos que queden las cuentas, si en la activación de gastos contabilizamos el I+D como gasto o diseñando operaciones de leasing de distintas formas para ver cómo influirán en el balance.

También se realizan maquillajes a la hora de valorar las existencias y el modo de reflejar las provisiones; en la forma de contabilizar las deudas, se pueden manipular los planes de pensiones, las diferencias de cambio, las operaciones fuera de balance, las provisiones, las obligaciones convertibles o las contingencias. Otras empresas optan por la contabilidad contable en los procesos de consolidación; en la reclasificación de activos y pasivos y a la hora de evaluar las  pérdidas y ganancias, incluyendo gastos con cargo a reservas o en la estimación de los ingresos y gastos, etcétera. En último lugar, el conferenciante aludió al maquillaje que se realiza en las memorias anuales de las empresas, los informes de gestión y los de auditoría.

En su discurso, Amat resaltó la facilidad con la que pueden detectarse este tipo de maquillajes, siempre y cuando sean legales. Para ello se necesitará disponer de las cuentas anuales de cuatro o cinco años; observar si hay resultados extraordinarios y los de ejercicios anteriores para saber si han sido maquillados; analizar el informe de auditoría, con el fin de ver si hay cambios de criterios contables o salvedades y si el auditor ha informado de ello, así como de su influencia en el resultado final.

A continuación, habrá que revisar los plazos de amortización del inmovilizado y compararlo con otras empresas del sector para descubrir si amortizan en los mismos plazos y si adoptan políticas agresivas o conservadoras; si existen contingencias fiscales o cómo se reflejan los gastos en I+D. Amat aludió a la necesidad de leer la Memoria y ver las normas de valorización utilizadas, cómo se cuantifican los planes de pensiones y cuáles han sido los movimientos de reservas; si han existido tratamientos o autorizaciones especiales y qué previsiones de futuro existen. Analizar los momentos clave en la empresa como una salida a Bolsa, si va a ser vendida, cambio de auditor o en la cúpula directiva, también pueden ser claves a la hora de detectar esta clase de maquillajes.

A si este tipo de prácticas se consideran legítimas, la respuesta de Amat fue rotunda: “Sí, pero es un fraude de ley”, ya que se usa la ley para engañar a los usuarios. Es legítima en cuanto se utilizan las normas para elaborar la contabilidad, aunque se manipulan los datos con el fin de lograr los resultados deseados. Para el ponente, las empresas utilizan diversos tipos de contabilidad según los períodos económicos en los que se encuentren. Así, si la economía está en una fase expansiva y de bonanza, las compañías tienden a ser conservadoras y se preocupan más por la fiscalidad. A medida que la situación comienza a empeorar se opta por una contabilidad menos conservadora y cuando se llega a unos beneficios de baja calidad, la empresa se decanta por variar algún criterio contable. La contabilidad creativa en masa llega cuando se da un deterioro de la economía y, en tiempos de recesión, los maquillajes legales no son suficientes y se llega hasta el fraude ilegal. Por tanto, Amat resaltó varios tipos de contabilidad: conservadora, neutral, agresiva y fraudulenta. La creativa se encontraría en este margen: “es cuando cumplimos la normativa y cambiamos criterios… para intentar hacer una contabilidad conservadora o agresiva”.

Deterioro de imagen
Las consecuencias de la utilización de este tipo de contabilidad creativa repercuten directamente sobre los auditores y contables y sobre los usuarios. Así, el descubrimiento de estos maquillajes en los resultados de las empresas ha deteriorado la imagen de los profesionales de la contabilidad, ya que la gente llega a preguntarse cuál es la función de los auditores y por qué se permite este tipo de contabilidad. Además los usuarios, acreedores, la Administración Pública pueden llegar a sentirse engañados. El problema reside en que mientras los auditores tienen una visión legalista de la contabilidad y aplican las normas sin atender a la realidad, los usuarios tienen una visión realista.

En el punto de si se pueden limitar los abusos en esta modalidad contable, Amat indicó que es imposible en su totalidad, aunque sí una parte de ellos. Reducir los criterios contables permitidos (dar una sola oportunidad), establecer normas que minimicen las opiniones (por ejemplo, una única forma de valorar los planes de pensiones) y realizar revalorizaciones anuales del inmovilizado, evitando los resultados extraordinarios, pueden ser algunas de las soluciones al problema.

Sin embargo, este tipo de alternativas no entran dentro de los planes de los Gobiernos, tanto español como de otros países. “De hecho, los Gobiernos, en cualquier país, son los primeros que hacen mucho maquillaje”, apuntó el ponente. Como ejemplo aludió a lo sucedido con los criterios del Tratado de Maastricht. Así, dos o tres años antes de la firma del acuerdo cumplían los criterios dos o tres países y dos años después todas las naciones los habían logrado. En el caso concreto de España, el ponente aludió a los cambios en la financiación que se dieron tanto en la Administración central como en las distintas comunidades autónomas.

En sus conclusiones, el ponente reiteró que, aunque es posible limitar este tipo de abusos, las autoridades nacionales no están por la labor de combatirlos de verdad. A favor de los profesionales, Amat resaltó las altas sanciones que prevé la ley en caso de fraude en las auditorías y que éstos se lo piensan mucho a la hora de manipular cualquier resultado.