Número 216 - 2ª Quincena Diciembre de 2001.

MODELO DE COSTES TRADICIONAL VERSUS 
MODELO DE COSTES ABC

(*) Mª Carmen Macias Pérez


Un estudio en profundidad del sistema de costes por actividades (Activity Based Costing) nos permite ver más similitudes que diferencias con el sistema de costes tradicional. 
Calcular, lo más adecuadamente posible, el coste de un producto es algo que, desde las primeras teorías y modelos de costes surgidas hacia finales del siglo XIX, principios del XX… cobra importancia creciente  año tras año. El contenido de este artículo se enmarca en los contenidos del curso El control de gestión y el modelo de costes impartido por Salvador Vercher, economista consultor de empresas.
 
La contabilidad de costes hace referencia, a diferencia de la contabilidad financiera, al ámbito interno de la empresa, al proceso técnico-económico de transformación de materiales en productos o servicios. La contabilidad de costes analiza el movimiento interno de valores debido a la actividad productiva con el objeto de analizar los resultados de explotación, determinar el coste de producción y valorar los activos derivados del proceso productivo.
Al hacer referencia la contabilidad de costes al ciclo interno de la empresa, la subjetividad aparece. (El ciclo externo, la contabilidad financiera, es totalmente objetivo, está regulado). Cuando hay subjetividad, son demasiadas las cosas que hay que suponer, de ahí las diferentes teorías y modelos de costes surgidos desde principios del siglo XX.
Vamos a comparar dos modelos de cálculo de costes:
· El sistema tradicional, usado mayoritariamente por las empresas que utilizan modelos de costes.
· El sistema de costes ABC, muy conocido en EE.UU., no tanto en España, y que empieza a ser implantado por algunas grandes empresas.
Vamos a ver primero la estructura por separado de cada modelo y cómo se llega a la formación del coste de un producto para finalmente ver las similitudes y diferencias.

SISTEMA DE COSTES TRADICIONAL
El sistema de costes tradicional surge y se desarrolla en un entorno empresarial en el que la competencia es moderada y el ciclo de negocio bastante estable y caracterizado por una producción intensiva en mano de obra y con poco desarrollo tecnológico lo que implica un uso limitado de maquinaria. Estamos hablando de un período que se extendería desde principios de siglo hasta aproximadamente 1960.
El objetivo del sistema de costes tradicional, al igual que el de cualquier otro sistema de costes, es calcular y establecer el coste de los productos a través del escandallo: Análisis de los componentes, tanto unidades de material como actividades y tareas, que forman parte de cada producto. Se establece para cada producto tanto las unidades físicas de los distintos componentes que lo integran como su valoración económica.
Analizando cualquier producto vemos que para su fabricación son necesarios unos medios productivos, tanto humanos como técnicos, que podríamos agrupar en:

1. Investigación y desarrollo del producto: supone el diseño del producto, la compra y selección de muestras, la aprobación del prototipo, planos y escandallos previsionales.
2. Aprovisionamiento: comprendería la compra y la logística de los materiales que van a formar parte del producto, así como su recepción, inspección y conteo, elaboración y proceso de partes de entrada y transporte interno hasta su almacenamiento.
3. Fabricación: supone la llegada del pedido a producción, preparación de órdenes de trabajo, comprobación de materiales necesarios más el proceso productivo en sí, con sus distintas fases, hasta la consecución del producto terminado. 
4. Comercialización: supone la gestión comercial, la distribución de los productos y el servicio al cliente.
El sistema de costes tradicional, a la hora de confeccionar el escandallo, imputa a cada producto el coste de los componentes directos y reparte o imputa los costes indirectos al producto en función de la unidad de obra elegida. Históricamente las unidades de obra utilizadas han sido la hora de mano de obra directa y la hora maquina, aunque pueden utilizarse otros criterios más coherentes dependiendo de las características de cada proceso productivo.
El sistema tradicional carga todos los costes que se considera deben formar parte del producto en función de la unidad o unidades de obra seleccionadas y el resultado se imputa a cada producto en función de las unidades de obra consumidas. 

SISTEMA  DE COSTES ABC
A partir de la década de los 60, el entorno empresarial se vuelve progresivamente cambiante. Los buenos resultados económicos de las empresas animan a otros competidores a entrar en escena. El ciclo de negocio continúa siendo estable aunque con más competencia. A su vez el proceso productivo empieza a tecnificarse, empieza a haber equilibrio entre el uso de mano de obra y de maquinaria.

Es éste un proceso que se inicia lentamente en los 60 pero cuya tendencia va evolucionando muy rápidamente por lo que, ya en la década de los 80, nos encontramos con una competencia fortísima, un ciclo de negocio muy corto y un proceso productivo con preponderancia de una maquinaria muy sofisticada tecnológicamente.

En este nuevo entorno empresarial los sistemas de costes tradicionales empiezan a ser considerados insuficientes. El criterio de imputación mayoritariamente utilizado, la mano de obra directa, empieza a no ser un buen criterio ya que, la nueva producción utiliza cada vez menos al trabajador directo. Empiezan a surgir teorías alternativas para obtener la valoración de los productos, teorías que indiquen qué actividades son las que crean valor para los clientes y la forma de trasladar los consumos de estas actividades al coste de los productos obtenidos.

Así es como en 1985  surge el primer ABC (coste basado en las actividades) del que después se derivó el ABM (Activity based management), modelo de gestión basado en el ABC pero que pretende algo más que la correcta valoración de los productos. 
Los defensores del sistema ABC tratan de superar la arbitraria distribución de costes indirectos que, según ellos, hace el sistema de costes tradicional.

Ellos, analizan la formación de la cadena de valor a través de la especificación y agrupación de actividades (tareas que añaden valor al proceso productivo), cuyos costes son trasladados al coste de los productos y servicios en función de unos criterios adecuados (coste-transmisores). Los costes de las actividades son los recursos económicos consumidos por las mismas. Estas actividades son necesarias para la implantación, fabricación y comercialización de los productivos y servicios demandados por los clientes

Coste de los factores

Coste de actividades

Coste de productos

El ABC establecería las siguientes etapas para la imputación de costes indirectos (costes indirectos serían todos, incluida la mano de obra a excepción de los materiales directos y de aquellas actividades productivas subcontratadas en el exterior):
1º.- Desarrollo del modelo económico. ¿Qué cuenta de resultados queremos? ¿Qué información ha de proporcionarnos?.
2º.- Identificación de las actividades sobre las que descansa el modelo económico y su localización en las distintas áreas de gestión. El número de actividades a considerar dependerá tanto de las características de la empresa como del nivel de análisis que deseemos incorporar al modelo económico.
3º.-  Identificación de actividades con  y sin valor añadido para el cliente. Las actividades con valor añadido generalmente residirán en los centros de responsabilidad de aprovisionamiento, fabricación y el área de investigación y desarrollo. El coste de las actividades sin valor añadido no se imputará al coste del producto.
4º.- Elección de la unidad de actividad idónea para cada actividad. La unidad de actividad es la unidad de medida de la actividad.
5º.- Identificación de los conceptos de costes de los factores consumidos por cada actividad. (Asignación de las cuentas de gastos del grupo 6 a cada actividad teniendo en cuenta que hay partidas de gastos que quedan asignadas a las direcciones de departamento y que no se imputarán al coste del producto).
6º.- Determinación del valor de cada unidad de actividad con el fin de poder vincular el coste de las actividades a las unidades de producto mediante la asignación del número de unidades de actividad por unidad de producto. 
7º.- Elaboración de los escandallos: Análisis de los componentes, tanto unidades de material como actividades, que forman parte de cada producto. Se establece para cada producto tanto las unidades de los distintos componentes que lo integran como su valoración económica.
Como vemos, en el sistema de costes ABC los productos demandan actividades y éstas consumen recursos por lo que el modelo, centra su análisis en la identificación de las actividades relevantes para el cliente y busca la forma de valorarlas económicamente.

DIFERENCIAS Y SIMILITUDES
La explicación aquí dada sobre los dos sistemas de costes, el tradicional y el basado en las actividades, ha sido breve y sencilla porque no es el propósito de este artículo el explicar cómo trabajan los mismos; pese a ello, la observación tanto teórica como práctica de ambos sistemas nos permiten comprobar que el sistema ABC, posterior en el tiempo es técnicamente más depurado. 
 La conclusión sería que el sistema de costes ABC  es un paso adelante en la evolución del sistema de costes tradicional y que como cualquier paso evolutivo supone mejoras. La principal mejora sería el descubrimiento de las actividades que convierten cualquier coste indirecto respecto a un producto en directo con respecto a una actividad y por derivación al producto. Ahora ya no seleccionamos una o dos unidades de obra, sino múltiples unidades de actividad, por lo tanto no estaríamos hablando de sistemas distintos, sino en todo caso de la utilización de distintos métodos dentro del mismo sistema.

(*) Colegiada nº 4.751

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